Recuerdo ahora el famoso juramento de que la unión hace la fuerza, de la obra de Alejandro Dumas de 1844, Los Tres Mosqueteros: “Uno para todos y todos para uno”. Cuando el presidente del Gobierno Pedro Sánchez ha anunciado la disolución de las cortes y el adelanto de las elecciones generales para el próximo 23 de julio, tras asumir personalmente la derrota electoral sufrida este domingo por el PSOE en las elecciones autonómicas y municipales. Perdiendo buena parte del poder territorial del que disponía hasta ahora, al perder seis de las nueve comunidades autónomas que gobernaba e innumerables ayuntamientos. El supuesto cambio de ciclo, que pregona la derecha, lo decidirá la democracia, en las elecciones generales los españoles deberán decidir si quieren un gobierno progresista con Sánchez o un gobierno de derecha y ultraderecha con más recortes, con medidas antisociales y confrontación. Ahora, les toca a las corrientes a la izquierda del PSOE asumir si quieren presentarse unidos o aceptar la derrota. Ellos no son tres ni se llaman Athos, Portos y Aramis, son demasiados partidos y sensibilidades que deberían unirse a la líder de Sumar, Yolanda Díaz.
Una unión de partidos sustentada en unas ideas progresistas, en la democracia, en la igualdad, equidad y solidaridad con el fin de conseguir el voto unido de los ciudadanos progresistas y todos aquellos que se han añadido al carro de la abstención últimamente. La legislatura estaba prácticamente agotada y estos meses se hubieran convertido en una precampaña electoral con la dinámica de confrontación y de tensión constante contra Pedro Sánchez, por lo tanto podemos considerar el adelanto de elecciones como un «todo o nada». La única opción de seguir manteniendo un gobierno progresista enfrente de una derecha cada vez más reaccionaria e intolerante o unas elecciones que pueden cambiar definitivamente el color político del país, junto al triunfo de las elecciones del 28-M, por parte del PP.
Hay mucho en juego, los votantes progresistas tienen en sus votos decidir sobre la regresión y la derogación de muchas de las leyes y de los derechos que se han conquistado en estos últimos cuatro años, seguir avanzando o cambiar al PP. Tras la histórica proeza en Andalucía en 2022, donde se logró la primera mayoría absoluta conservadora, Juanma Moreno, consolidó el cambio de ciclo definitivo, que se inició en 2018 tras la llegada al poder en coalición con Ciudadanos. El PP ha demostrado que Andalucía ya no es granero socialista, que le sigue votando, ahora en las municipales. Los populares con mayorías en Andalucía y Comunidad de Madrid están rompiendo barreras y aspiran a conseguir las grandes mayorías para gobernar en solitario. Los milagros no existen, ni sirve apelar al miedo a la ultraderecha, solo vale la unión que hace la fuerza de una izquierda dividida y el apoyo de la ciudadanía. Y, si no alternancia y gobierno de la derecha.
Pedro Sánchez ha querido hacer olvidar los malos resultados de los comicios locales y autonómicos del 28 de mayo, que han reducido de manera notable las cotas de poder territorial de los socialistas con unas nuevas elecciones. Tratando así de desmentir rumores sobre su intención de acabar en alguna institución internacional. De despejar fantasmas y de acallar bulos. Comienza una nueva campaña electoral, la del 23-J. Que puede significar la remontada o la muerte súbita de Pedro Sánchez y de su gobierno.
Es la oportunidad para ratificar la política del Gobierno de Coalición, de esos últimos cinco años de avances en nuestra democracia, en economía, derechos sociales o políticas del bienestar. AHora, el voto progresista puede quedarse en casa o unirse para votar en masa. Ante, una derecha que el único programa de Gobierno que tiene es «derogar» al sanchismo y a todos los avances sociales conseguidos desde 2018.
La valentía y la resiliencia de Pedro Sánchez surge de nuevo. Seguro que no tiene siete vidas como los gatos, pero asume perfectamente las situaciones límite y se sobrepone a ellas. Puede caer antipático, soberbio e incluso no es nada empático. Pero, es valiente, y en plena resaca electoral, este lunes ha cambiado de guión: de agotar la legislatura a mover ficha y marcar unos nuevos tiempos. Los españoles votaremos el domingo 23 de julio en pleno verano, la campaña arrancará el 7 de julio y el resultado dependerá de nuestros votos.