La paradoja de la tolerancia y la intolerancia.

pensar diferenteEl filósofo austriaco Karl Popper en su obra de 1945, «La sociedad abierta y sus enemigos», formuló la denominada «Paradoja de la Tolerancia», con ella intentaba alertar sobre los peligros de ser excesivamente condescendientes con  los sistemas totalitarios y denunció al fascismo y al comunismo por igual. Aunque defendiendo la tolerancia también suponía límites: «debemos reclamar, entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes» en el libro «La sociedad abierta y sus límites». Este es un discurso que se está viralizando en muchas personas, los riesgos de la sociedad tolerante. Es decir, que si se permite la libre circulación de los mensajes totalitarios y discriminatorios, pueden llegar a ser dominantes y acabar con el sistema de libertades. Pero, esta sociedad en la que creemos algunos, tiene que subsistir la libertad de expresión.

El debate está abierto, si se castiga o no, la difusión de unas u otras ideologías, si se persigue o no, a quienes defienden posturas extremistas en contra de los valores esenciales de un Estado democrático.Puede haber personas con ideas políticas extremistas, racistas, homófobas, independentistas o del tipo que sean, lo importante es que las puedan expresar, por mucho que nos molesten. Para un demócrata es difícil entender el totalitarismo, de derecha o de izquierda, o el nacionalismo exacerbado, pero tiene que caracterizarse por la tolerancia, siempre que los intolerantes no caigan en el belicismo, en la violencia.

La paradoja de la tolerancia es tener una sociedad abierta, permisiva ante esos valores absolutos, ajenos a toda discusión crítica. Nosotros no podemos caer en la trampa de los intolerantes, que nos querrían callar e incluso eliminar. Popper sugería que en toda democracia hay siempre el germen de la antidemocracia, y eso es, por desgracia, cierto. Es complicado defender la libertad y la democracia, frente a quienes pretenden destruirla. Frente a la razón de la fuerza siempre está la fuerza de la razón. La tolerancia es una necesidad de la convivencia, que es plural y diversa. No podemos caer en el fanatismo de autojustificar la paradoja de “intolerancia a la intolerancia”.

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