La pinza vuelve a Andalucía.

El bienio 1994-1996 marcó la historia de la legislatura más corta en Andalucía, fueron los años de «la pinza», el contubernio inconfeso entre Javier Arenas (PP) y Luis Carlos Rejón (IU) que supuso un gobierno desde el Parlamento, incapacitando la toma de decisiones por la Junta de Andalucía.y un posterior adelanto electoral. Quizás esta legislatura sea aún más corta, después del no a la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía, del pasado martes y de hoy viernes. Para conseguir ser presidenta, necesita mayoría simple (tener más votos a favor que en contra), para ello es necesario que se abstenga el PP o que lo hagan Podemos y Ciudadanos.

Lo que no entiendo es la razón por la Susana Díaz ha convocado para votar la investidura para este jueves 14, aunque podrá convocar otras, con un intervalo de 48 horas, y así hasta el próximo 5 de julio, cuando se cumplan dos meses de la primera y acabar con una nueva convocatoria de elecciones autonómicas, porque «la pinza» entre PP, Podemos, Ciudadanos e IU no le permitirán la investidura por lo menos antes de las elecciones municipales del 24 de mayo. Y, las continúas votaciones, con el no a la investidura, debilitan la imagen de Susana Díaz y se hace patente la irresponsabilidad de los partidos de la oposición  para permitir que sea investida y forme gobierno.

Las razones del adelanto electoral en Andalucía en aras de la estabilidad, han supuesto todo lo contrario, se quería frenar a Podemos y éstos no lograron ni mucho menos lo que se esperaba, el PSOE ganó las elecciones pero sin mayoría absoluta. Por lo tanto, ha salido un Parlamento más fragmentado y un posible Gobierno mas inestable. Susana Díaz necesita ahora apoyos, al menos en forma de abstenciones.

No podemos descalificar al resto de partidos, ni de amenazar con posibles paralizaciones de la Administración autonómica, la ciudadanía ha votado y ha decidido que se han acabado los rodillos y los cheques en blanco de las mayorías, que es tiempo de negociar, pero no con exigencias, cediendo, no imponiendo. La estabilidad de un posible gobierno se basa en el diálogo pero también en la credibilidad, no basta con las dimisiones diferidas de Chaves y Griñán, ni las promesas del discurso de investidura.

Andalucía se merece un gobierno que tome decisiones y una oposición que sea responsable, hay que cambiar Andalucía, no se puede seguir con una tasa de paro superior al 34%, es decir, una de cada tres personas de la población activa está parada; con un paro juvenil, de menores de 25 años, que alcanza el 59% y siendo la comunidad autónoma más subsidiada. Si seguimos con «la pinza» nos seguimos olvidando de los más desfavorecidos, de los que han votado para tener más democracia, más transparencia, más justicia, más honradez… En definitiva, más soluciones, menos orgullo político y menos tacticismo pensando en las elecciones y no en la ciudadanía de Andalucía.

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