La incompetencia política, es independientemente de la ideología. Los políticos, en general, solo muestran falta de decisiones y de autocrítica, con un alto nivel de mediocridad. Quizás aparte de incompetencia tienen falta de coherencia y de honestidad, entre lo dicen y lo que hacen. Esto supone diluir la confianza de los ciudadanos en la política y más concretamente en los políticos que tenemos. Quizás porque a diferencia del mundo de los negocios, a los políticos no se les exige una responsabilidad ante los resultados. A nadie en una empresa privada se le da un puesto de relevancia y responsabilidad, sin valorar su experiencia, madurez, preparación y resultados obtenidos; donde gestiona un patrimonio ajeno y donde se le exige todo tipo de responsabilidad ante los resultados. Eso no pasa en la política, incluso la incompetencia no es un obstáculo para volver a ganar unas elecciones.
Los políticos son normalmente la gente más incompetente y con menos experiencia en gestión, que partiendo de una ideología quieren poner solución a los problemas económicos y sociales. Cuando les votamos, pensamos que la ideología será suficiente, anteponemos la honestidad de los políticos, en la medida en que pensamos que harán todo aquello en lo que creen y que creen en lo que hacen. Pero, quizás les falta la capacidad de gestión, de que sus actuaciones sean lo mejor para la mayoría de la sociedad, aunque no sea del gusto de todos. Parece que a los políticos, al igual que en el Principio de Peter, todo persona tiende a ascender hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Así, aquellas personas que llegan a la política, que realizaban medianamente bien su trabajo, son promovidas a ocupar puestos de mayor responsabilidad y se convierten en incompetentes.
Parece que la política no hace inteligente a sus políticos, si están en la oposición son personas retestinadas, que están en contra de todo, que no hacen nada y cuando llegan al poder cambian la retestinación por una falta de liderazgo y de soluciones, lo que les convierte en políticos mediocres, incompetentes e inoperantes. La sociedad vota a los políticos, para que su actuación en los asuntos públicos, esté encaminada a conseguir el bien común de la ciudadanía, no el bien de unos pocos, ni de unos muchos, sino el bien común de toda la ciudadanía. Y, cuando hablamos de bien común, hablamos también de la salud pública.
Cuando hablamos de bien común, no podemos hacer distinciones de quienes ejercen la función del gobierno, sea municipal, autonómico o estatal, porque como dice en el preámbulo de la Constitución Española: «La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran,…» Lo que significa, que en el caso de las alarmantes cifras de contagio en la Comunidad de Madrid y ante las medidas insuficientes para solucionar el problema de propagación comunitaria tomadas por el gobierno de Isabel Díaz Ayuso, el Gobierno de España debe actuar, no pueden eximir la responsabilidad de tomar el control sanitario de Madrid, sino quieren ser cómplices de la incompetencia y en defensa del bien común de todos los madrileños y madrileñas. Mañana, puede ser tarde…
El populismo se nutre del desencanto de la ciudadanía ante la incompetencia, cuando no se sienten una opción real cuando votan, cuando sus vidas siguen siendo igual, independientemente del que voten. Se trata de las personas que alguna vez se sintieron incluidos en la sociedad y ahora están excluidos. No se puede jugar con la salud de la gente, la responsabilidad es de los gobiernos, si la Comunidad de Madrid no ofrece todas las garantías a la población, debe ofrecerlo el Gobierno de España, como responsable de la pandemia en España.
No es un problema de competencias autonómicas, que las tiene la Comunidad de Madrid, es un problema de no querer aceptar la responsabilidad por parte del Gobierno de España de hacerse responsable del problema sanitario, por temor a unas repercusiones políticas. Unos anteponen la economía a la salud y otros anteponen el miedo a la repercusión política antes que el bien común de todos los madrileños.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso dijo el lunes pasado, en su encuentro con Pedro Sánchez que: «Madrid es España dentro de España, ¿Qué es Madrid si no es España?» A lo mejor no fue una frase muy acertada, pero la cifras de contagio en Madrid, son las que hacen aumentar las cifras de España y por lo tanto el riesgo al resto de comunidades. Aparte de nuestra imagen de alerta sanitaria al resto del mundo, porque Madrid es la capital de España y dicha imagen es la de toda España.