La ideología nos define como ciudadanos.

La ideología puede definirse como el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, una colectividad o una época a partir de unos valores. La ideología nos define como ciudadanos, todas las personas utilizamos ideas y conceptos políticos que expresan nuestra opinión o dicen lo que pensamos. Cuando hablamos de términos como libertad, democracia, igualdad, justicia, derechos le damos una acepción diferente si nuestra ideología es progresista o conservadora, patriarcal o feminista, liberal o socialista, comunista o fascista e incluso anarquista… Nuestro pensamiento político marca nuestra vida en sociedad, vivimos en relación con otras personas, porque no hay sociedad sin personas, ni personas sin sociedad.

Las ideologías políticas se pueden dividir en dos grupos: las que dan prioridad al grupo y las que dan prioridad al individuo. La ideología de izquierdas, pretende fortalecer el conjunto de la sociedad y los servicios básicos (sanidad, educación, pensiones); mientras que la derecha sitúa al individuo en el centro de sus políticas. Mientras la izquierda tiene como objetivo crear el estado del bienestar del que puedan beneficiarse todas las personas, sufragado por los impuestos que pagan los ciudadanos, en función de su tasa de riqueza.  La ideología de derechas está centrada en el individuo y la iniciativa privada de las empresas, que serán las que generen la riqueza del país. Las ideologías so modelos de ideas que tienen diversos matices y se adaptan en un momento dado a lo que demanda la sociedad, que pueden tener un carácter progresista o conservador.

En el espectro ideológico podríamos simplificar de derecha a izquierda: los extremistas de derechas, los conservadores, liberales, democristianos, socialdemócratas, socialistas, comunistas, extremistas de izquierdas y anarquistas. Aparte de que la izquierda se base en un contenido más social y la derecha en el libre mercado, hay una gran diferencia en otros aspectos ideológicos como pueden ser: la familia, la educación, el derecho a la vida, la sexualidad, la religión, … La izquierda defiende los derechos colectivos que son derechos de todos, que eso no significa que sea obligado. Mientras para la derecha prevalece la libertad individual de poder elegir. Lo que es una medida progresista para unos, para los otros va en contra de la tradición y de los valores cristianos. Pero, en esta disputa ideológica se está posicionando el populismo de la extrema derecha, con la ciudadanía que no encuentra motivación, ni soluciones en los discursos de la izquierda y la derecha tradicional.

Ahora, la derecha sale a las calles para protestar junto a las patronales agrarias, del transporte, de la movilización de los policías contra la reforma de la «ley mordaza». Quieren hacer suya la calle, lo que en otros momentos criticaron a la izquierda. Las tres derechas juntas, lo único que consiguen es dar más fuerza y votos a la ultraderecha. Donde instalan sus marcos interpretativos, sus formas de ver la realidad y lo convierten en discursos atractivos a los más descreídos, desesperados y olvidados de la sociedad. Hasta la guerra de poder entre Casado y Díaz Ayuso favorece a la ultraderecha. A la chita callando la ultraderecha se está haciendo con su lugar, el voto de ellos hace que muchos piensen: que el inmigrante es un criminal en potencia, que la mujer no sufre violencia, tener miedo a lo desconocido, el odio hacia el diferente, la frustración por no cumplir nuestras expectativas, la capacidad de capitalizar el descontento y de canalizar la decepción con la democracia. Si la ideología nos define como ciudadanos, la extrema derecha a través de la narrativa busca las emociones para tomar decisiones, simplificando los problemas y dando sus soluciones en el odio y en el miedo. ¡Estamos en peligro!

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