El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció el sábado 28 de marzo, para decretar la paralización del país y la hibernación de la economía durante dos semanas coincidiendo con las festividades de Semana Santa. Un cierre de las empresas no esenciales, para reducir al máximo la movilidad y evitar que las UCI se colapsaran, una manera de esperar y ver cómo evolucionaban las cifras. Un cierre del país recomendado por los científicos y con toda la improvisación política, una decisión que no gusto a muchos, donde se tardó en detallar qué sectores se consideraban esenciales y cuáles no. Donde se consiguió un éxito respecto a la movilidad, tanto en traslados privados y en transporte público.
A partir de este lunes 13 de abril, han regresado las condiciones originales del estado de alarma del 14 de marzo. El escenario sigue con las mismas medidas de confinamiento, con un supuesto fin de la hibernación de la economía con el regreso de la construcción y la industria. Pero, no podemos hablar ni de hibernación de la economía ni de fin de la hibernación, porque la economía española aún con todas las medidas económicas del gobierno, para evitar los efectos del colapso, no pueden disimular que nuestra economía está parada y sin visos de ponerse en funcionamiento. El problema no es la economía del país, que también, es la cantidad de gente que va a quedar descolgada de la realidad que han tenido hasta ahora.
Las patronales empresariales CEOE y Cepyme reclaman medidas urgentes que mitiguen su impacto sobre los empresarios, aumentará la deuda. En 2021 la deuda pública española se disparará al 113,4% del PIB, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), una caída del 8% del Producto Interior Bruto (PIB) y un aumento del paro que nadie sabe con certeza. Ese es el panorama a nivel global del país, pero a nivel personal de los ciudadanos: más paro, más deudas impagadas y más pobreza. Todo lo contrario sería un milagro y los milagros, lo siento, no existen.
Donde el turismo, es uno de los principales sectores de la economía española y uno de los principales generadores de empleo en el país, está parado. España que es un país de camareros con la hostelería cerrada. Un comercio detallista cerrado, exceptuando el de alimentación. Con un sector inmobiliario, la fabricación de vehículos, con un transporte terrestre y aéreo, con un sector de las agencias de viajes y turoperadores en crisis,… ¿Podemos salir pronto de esta «coronacrisis? La respuesta la sabemos, pero la solución no solo está en el gobierno, los empresarios tienen mucha culpa de anteponer los beneficios y la especulación. Ni siquiera en un momento como este de emergencia sanitaria y económica, los mercados van a anteponer las medidas neoliberales y su rentabilidad a la solidaridad con la gente.