La Diada de la resiliencia.

El 11 de septiembre es fecha de conmemoración, de recuerdo, de reivindicación, de catarsis, de resiliencia por diversas razones para los que ya peinamos algunas canas. El 11 de septiembre de 1973 fue un golpe militar en Chile, encabezado por el general Pinochet, contra el presidente Salvador Allende, que postulaba un socialismo democrático y pluripartidista. El final de una democracia, visto desde una España en dictadura. El 11 de septiembre de 1977 se celebró una multitudinaria Diada en Barcelona con un millón y medio de personas bajo las consignas de: «Llibertat, amnistia i estatut d’autonomia», dos días después el Parlament de Catalunya, proclamó la Diada como la fiesta «nacional» de Catalunya. El 11 de septiembre de 2001 fue la fecha del ataque a las Torres Gemelas que albergaban el World Trade Center de New York, significó el triunfo del terrorismo, el fracaso de los sistemas de seguridad y el miedo generalizado.

En cualquiera de estas tres fechas, el paso del tiempo hace que liberemos de manera consciente o inconsciente nuestras emociones reprimidas en nuestro mundo interior, todo aquello que nos genera dolor, angustia o preocupación. En la catarsis se liberan las pasiones, se expresan todos esos sentimientos internos para sentirnos liberados. El ser humano realiza la catarsis para terminar con aquello que le impide ser feliz. El pueblo chileno decidió de manera democrática, mediante un plebiscito en 1988, poner fin a la dictadura del general Augusto Pinochet y recuperar la democracia. La sociedad estadounidense sigue en ese proceso de catarsis colectiva entre el recuerdo a las víctimas, las preguntas sobre lo que pasó y el miedo a que pueda volver a pasar. 

En Catalunya, cada 11 de septiembre, es una fecha de resiliencia, esa capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro. Después de 11 meses del referéndum del 1-O, una nueva muestra de unidad y fuerza en la «Diada per la República catalana». De nuevo, una fecha de catarsis para el independentismo, seis kilómetros de personas en la avenida Diagonal de Barcelona, muchas personas, mejor no entrar en guerra de cifras. Personas que piensan diferente, que defienden unas posturas equivocadas o no, pero que al igual que los constitucionalistas deben respetarse. La solución no son sentencias, la solución es política. Solo el diálogo y el respeto mutuo puede encontrar soluciones… 

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  1. Andrés Marco Lou

    Cuentan que una vez crecieron juntos un junco y un roble al lado de un río. El roble se hizo un hermoso y fuerte árbol, mientras se vanagloriaba de su fortaleza, menospreciaba al junco. Llegó una fuerte tormenta, el viento y la lluvia arrancó de raíz y rompió las ramas del roble, mientras el junco se movía con la dirección del viento y del agua, de manera dúctil. El junco se dobló, sin quebrarse, por eso la importancia de una actitud flexible ante todo lo que nos pasa en la vida.

    El nacionalismo español y el independentismo catalán son dos robles vigorosos, los dos en la misma tormenta y los dos con el riesgo de poder romper sus ramas. Los dos se vanaglorian de su fortaleza y cometen los mismos errores, alimentando tensiones y rencores sin sentido. En la flexibilidad está la respuesta al problema, la radicalidad, tanto de unos como de otros no es la solución. Por mucho que se quiera instaurar más divisiones y más fronteras, el mundo continuará dividido en dos partes, las personas que tienen recursos y los que no los tienen. Esa es la diferencia que hay que corregir, porque la igualdad no se consigue por haber nacido en un determinado país, sino porque todos deberíamos ser iguales por el hecho de ser personas. Catalunya no será más justa por ser una República catalana, pero España tampoco será más grande por no tener una actitud flexible…

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