Los cientos de incendios en la Amazonia de Brasil y Bolivia siguen arrasando miles de hectáreas de bosques que suponen el mayor pulmón del mundo, porque absorbe millones de toneladas del dióxido de carbono presente en la atmósfera. En tiempos de nacionalismos absurdos y de negacionismos, la Amazonia se trata de un ecosistema que afecta a nivel no solo local, sino también y de manera significativa a escala global. Por eso, hemos de estar preocupados todos nosotros, aunque estemos a 8.000 kilómetros de distancia.
Este verano hemos sufrido incendios en la península y sobre todo el incendio más devastador que ha sido el de Gran Canaria, con 10.000 hectáreas quemadas y con llamas que han alcanzado los 50 metros. Sin embargo la importancia a nivel global de los incendios de la Amazonia es que los incendios en los ecosistemas españoles tendrán una pronta recuperación, mientras en la Amazonia es improbable, porque el fuego devasta los árboles y los nutrientes del suelo.
Las razones de los incendios casi siempre son humanas, aparte de las vinculadas a la sequía y fruto de las tormentas eléctricas. Pero, las criticas se centran en el presidente de Brasil Jair Bolsonaro después de prometer «desarrollar la región amazónica para la agricultura y la minería». Muchos agricultores y ganaderos se sienten respaldados por la política del nuevo Gobierno y deforestan ilegalmente para después tener terrenos para la cría de ganado y el cultivo de soya. Todo esto aumentado a la tala ilegal de árboles por su gran demanda.
Pero, aparte de todos los intereses comerciales, está también los recortes por parte de Bolsonaro de fondos para la agencia encargada de vigilar el cumplimiento de las políticas de conservación de la Amazonia. El negocio de muchos está por encima de la ecología, pero el futuro de la Amazonia, es también parte del futuro de nuestro planeta, porque es de todos nosotros.