El Diccionario de Oxford la escogió como palabra del año del 2016: en inglés se dice “post-truth, para nosotros posverdad. Una palabra que se ha popularizado en la era de Donald Trump con las noticias falsas y los algoritmos de Facebook y Google. Todo es relativo, mi opinión vale más que los hechos, ya no existe la verdad. Ahora no necesitas hechos, simplemente puedes mentir.
El ser humano siempre se ha dejado llevar más por sus emociones y creencias personales que por los puros hechos. Ejemplo de ello son las noticias falsas propagadas vía Internet contra Hillary Clinton antes de la elecciones norteamericanas, muchas personas tomaron dichas noticias falsas como si fueran verdaderas y optaron por votar por Trump.
La posverdad es la información falsa, la mentira, la desinformación, no verificar la información, la necesidad de compartir en las redes sociales, usar los medios para difamar, para hacer propaganda y sembrar rumores. En tiempos de viralidad es demasiado fácil difundir informaciones poco precisas o nada verdaderas que atacan a la veracidad, la confianza e incluso a la democracia.
Las redes sociales han permitido abrirse a la opinión de todo el mundo pero también como dijo Umberto Eco, la web y las redes sociales le han dado “derecho de hablar a legiones de idiotas” donde antes no tenían voz. Ahora, nos tenemos que acostumbrar a discernir la verdad contrastada con hechos de la posverdad basada en la opinión. Las redes sociales amplifican y diversifican la capacidad de influir en las masas, la posverdad es un eufemismo de la mentira.
Es complicado conocer lo que es verdad o mentira, todo es relativo, pero es intolerable que la mentira nos engañe y nos intente manipular por el poder económico y político. Una posverdad, es una mentira sistemáticamente repetida, nunca demostrada y asentada emocionalmente. Crea prejuicios, violencia y odio, no se razona se manipulan las emociones. Cuidado con la posverdad y su superficialidad que solo pretende anular nuestra opinión.