Hoy comienza el juicio del «procés» soberanista catalán, un juicio paralelo, entre los que piensan que juzga el romper el orden constitucional para segregar a Catalunya del resto del Estado y los que piensan que es un juicio político contra el independentismo catalán. Una sentencia que no cambiará nada, porque el independentismo seguirá existiendo y el rechazo por parte del resto del Estado no cambiará su visión.
Un juicio se refiere a lo estimable y no a lo estimado, para algunos será algo deseable, pero de momento la presunción de inocencia, nos permite afirmar que los encausados en este «procés» son de momento inocentes. Y, es en el proceso judicial en el que tienen que demostrar los diferentes cargos, entre ellos el de rebelión, que implica un levantamiento público y violento. Las acusaciones ante los doce procesados, su repercusión en la sociedad, el debate presupuestario, la repercusión en la imagen imparcial de la justicia y la posibilidad de un avance electoral lo convierten en un proceso mediático dentro de la crisis más grave que ha golpeado a España.
La respuesta al «procés» tuvo que ser política pero se convirtió en jurídica. El juicio se ha convertido en un tema político, cuando se supone que un juicio no juzga ideas lo que juzga son hechos. Y, que los acusados ya fueron advertidos que los hechos eran constitutivos de delito. El juicio paralelo de los que critican a la justicia por su dependencia del poder político y los que defienden su independencia judicial. España no ha sabido políticamente resolver el problema catalán y ahora en este sumario tampoco se solucionará con una sentencia, que acabará perdiendo, posiblemente, en Estrasburgo.
El independentismo debe respetar el ordenamiento jurídico y debe conseguir mediante mayorías adecuadas en los parlamentos, sus propósitos. De manera unilateral, nunca conseguirán sus fines y tampoco las sentencias de este pleito cambiarán nada para todos esos catalanes y catalanas que no quieren ser españoles. Ni para el resto de españoles que no están de acuerdo en que Catalunya sea independiente. La sentencia no complacerá a nadie, pero lo peor es que tampoco solucionará nada…
Presos políticos o políticos presos, depende de la óptica desde que se mire: no se está privado de libertad por defender unas determinadas ideas, pero si por la puesta en práctica de un ideario político. Por lo tanto, no son sus ideas políticas sino la forma en que las han puesto en práctica.
No pienso comentar el juicio, hasta que se dicte sentencia. Ni pienso valorar las declaraciones de los 12 acusados, porque tienen derecho a defenderse y las acusaciones a argumentar e intentar demostrar los hechos supuestamente delictivos. Quiero creer en la justicia, en un juicio justo e imparcial, no quiero que sea un juicio político, aunque represente el fracaso de la política y el diálogo.
Me preocupa que el juicio se convierta en un discurso político, tanto de los independentistas como de la acusación popular de Vox, para obtener un rédito electoralista. No he entendido la prisión provisional,antes de haber sido declarados culpables. Ni quiero, ni parece ético especular con posibles indultos y sentencias contrarias por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Cualquier sentencia condenatoria, no servirá para solucionar el problema y servirá para la polarización en Catalunya y en el resto de España. Ahora, solo hay que esperar, lo demás son puras especulaciones y adelantarnos a los acontecimientos. Mientras, a nivel político, se debería estar pensando en no dejar de seguir intentándolo y buscar posibles soluciones…