Hipocresía con los refugiados.

Hace un año, una foto inundó las redes sociales y los medios de comunicación, un niño yacía muerto en una playa turística de Bodrum (Turquía), se llamaba Aylan Kurdi, un niño de tres años que con su trágica muerte plasmó el drama de los refugiados que buscan conseguir asilo como única salida de la guerra que asola Siria. Debía ser la foto del cambio; el punto de inflexión de una tragedia, pero ni su muerte, ni su foto han servido para nada.

Los refugiados son gente como nosotros, personas que han tenido que huir de la guerra y sobrevivir. Ahora los refugiados si no logran todos los “requisitos legales” para entrar a Europa serán devueltos a Turquía de manera sumaria o morirán ahogados en el mar. La hipocresía de los mandatarios europeos y de nuestra sociedad hipócrita ante estos refugiados musulmanes, no deja de ser un tipo de racismo, de islamofobia. Necesitamos otras políticas, no de integración, sino de acomodación de los refugiados en nuestras sociedades; porque ellos tienen su religión, su idioma, sus costumbres y no podemos pretender que se integren en nuestra sociedad cambiando totalmente sus orígenes.

La gente miramos hacía otro lado, exigimos solidaridad, igualdad, justicia, libertad pero no hacemos nada para solucionarlo y nuestros políticos, esos que hemos escogido con nuestros votos aún hacen menos. Los gobiernos de Europa han decidido invertir en seguridad, no en solidaridad; en control y represión  a los refugiados, mientras nuestros responsables se esconden tras solemnes discursos, mentiras y promesas incumplidas.

Si el 22 de septiembre de 2015 los ministros del Interior de los Veintiocho acordaron repartir a 160.000 demandantes de asilo llegados a Grecia e Italia, después de un año es otra promesa incumplida. El Mediterráneo se ha sido convertido en la tumba de miles de hombres, mujeres y niños que luchan por su dignidad como seres humanos y el derecho a  llegar a un lugar seguro y en paz. La hipocresía de todos nosotros nos hace cómplices de una injusticia basada en el egoísmo y la insolidaridad ante seres humanos iguales a nosotros.

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