La fragmentación del feminismo no es nada nuevo, siempre ha tenido muchas vertientes, transformador, crítico, reivindicativo, rebelde, siempre diverso y plural. Entre un feminismo teórico y otro con demandas más domésticas y reales. Entre un feminismo radical o radfem que se oponen a las leyes que consagran el derecho a la libre identidad de género. Entre un feminismo inclusivo o excluyente. El 8-M es una fecha de lucha feminista generalizada, aunque esté dividida en diferentes manifestaciones. El Movimiento Feminista afronta un doble reto: el cómo influirá la división política del feminismo institucional en torno a la ley trans y la tensa disputa política en torno a la ley del “sí es sí”. A pesar de todo, el feminismo ha demostrado su fuerza en las calles, en internet… y sigue creciendo socialmente, incorporando a feministas, cada vez más jóvenes.
El feminismo a pesar de su fragmentación sigue exigiendo políticas públicas de igualdad, libertad y justicia social. Donde los partidos políticos no pueden suplantar el movimiento feminista. Donde se demanda menos proteccionismo y tutela estatal, y más garantía de derechos y libertades. Sin dar un paso atrás en los derechos al propio cuerpo, a elegir y decidir libremente. El seguir creciendo en perspectiva interseccional e inclusiva más allá de los “techos de cristal”. Un feminismo que tiene que genera una diversidad: donde pueden entrar travestis, personas no binarias, trans e intersex. En necesario que el feminismo defienda el derecho a la identidad de género e igualdad de trato, a la falta de reconocimiento de personas en estado de vulnerabilidad social que se sienten mujeres, que se sienten feministas.
El feminismo ha conseguido que el Estado se hiciera responsable de cuantificar los feminicidios y los casos de violencia de género, de hacer un registro público. Una deuda del Estado, gracias a décadas de lucha y reivindicación del movimiento feminista. En la lucha por el derecho al aborto. Donde siempre debe existir consentimiento. En cambiar la Justicia como uno de los grandes núcleos de resistencia del patriarcado. Contra la precarización. El feminismo es igualdad, se siente empoderado y con su trabajo se está cambiando una sociedad con un rol machista, verticalista, jerárquica y conservadora que oprime a la mujer, con una conquista de derechos.
Que exista una fragmentación no es malo, el feminismo pasa por una suerte de polarización, como una fragmentación ideológica y política, donde no debe de olvidar que estamos hablando de personas y de no identificar a las mujeres por sus genitales. No se puede hacer un feminismo en contra de las mujeres transexuales, tiene que ser un feminismo en el que quepan todas las mujeres, lesbianas y heterosexuales. El movimiento feminista nos preguntamos cada 8-M si se mantiene, avanza o retrocede. Lo que está claro que es un movimiento tan amplio, tan diverso y tan plural, que no podemos hablar de un solo feminismo. Pero, sin olvidar nunca que el feminismo es la ideología que defiende la igualdad para todos los individuos, no solamente las mujeres.