El Reino de Valencia es de la derecha.

El Reino de Valencia o en valenciano Regne de Valéncia, es de la derecha. PP y Vox han cerrado el primer gran acuerdo de la era Feijóo, cambiando su estrategia, que negó en el Gobierno de la Junta de Castilla y León, y fijando un criterio nacional para la formación de gobiernos autonómicos y de ayuntamientos. El pacto no es una sorpresa, aunque algunos hablaban de moderación y de ser capaces de gobernar en solitario y de no depender de Vox para llegar a La Moncloa. Se han saltado la «línea roja»que el hombre de Abascal en Valencia Carlos Flores no debería dedicarse al»ejercicio activo de la política» por haber sido condenado por delitos de violencia machista. No estará en el gobierno de la Comunitat Valenciana, pero, él da un paso al lado y se presenta en las elecciones generales como cabeza de lista por Valencia. Los partidos de izquierdas que componen el Pacto del Botànic, PSPV, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida, perdieron en las elecciones del 28 de mayo y la derecha está preparada para recuperar el Reino de Valencia.

Tras la conquista de Valencia a los moros por parte del rey Jaime I de Aragón en 1238, el Reino de Valencia, junto con el Reino de Aragón, el Reino de Mallorca y el Condado de Barcelona constituyeron la Corona de Aragón. En el año 1261 Jaime I juró ante las Cortes Valencianas los fueros de València, que supuso la constitución del Reino de València como estado soberano. Desde 1238 hasta 1707, la Corona de Aragón siempre identificó a Valencia como un reino. La Comunitat Valenciana tiene su historia, su cultura y su idioma que muchos les han querido negar a lo largo de los años, desde la dictadura franquista, al ansia del colonialismo catalán fomentando la idea de los » Països Catalans«. Los valencianos y valencianas son los que tienen en sus votos su  destino, porque son políticamente adultos, socialmente activos y cívicamente responsables para saber a quién deben votar y les debe de gobernar.

El bloque de la derecha, con el PP y Vox, se convierten en la fuerza más votada. Parece que resurgen de nuevo los saludos al sol y águilas en las banderas. Una extrema derecha que crece alarmantemente, y que en vez de hacerle frente por sus posturas anticuadas, excluyentes y violentas, hay ciudadanos y ciudadanas que le votan. En el País Valenciá hay una derecha que vive su identidad valenciana reducida a lo folclórico, sometida al marco español, siempre con la supuesta amenaza del catalanismo. Los otros son los traidores de la izquierda, los que defienden la normalización del valenciano y todas sus expresiones culturales. El 9 de Octubre es la fecha en la que más se visibiliza cada año el conflicto entre los que defienden el «valencianismo» como identidad valenciana o los que defienden solo el folclore de unas fallas, de una paella o de una traca, pero resaltando lo español.

En mayo de 2015 perdió las elecciones la alcaldesa de Valencia Rita Barberá, el 25 de junio de 2015, gracias a los votos del PSPV-PSOE, Compromís y tres diputados de Podemos fue investido presidente de la Generalidad Valenciana, Ximo Puig sucediendo a Alberto Fabra, después de dos décadas de gobiernos populares en la región. En las elecciones autonómicas del 28 de abril de 2019, se llegó a un acuerdo tripartito «in extremis» que supuso ser reelegido para una segunda legislatura como presidente de la Generalidad Valenciana. Parecía que la sociedad valenciana reconoció con sus votos: el cambio contra la corrupción. Ahora, la derecha ha ganado y además la ultraderecha ocupará tres consejerías, que pueden ser Educación, Asuntos Sociales y la de Agricultura.

El Reino de Valencia puede ser el comienzo de una nueva Corona de Aragón de derechas, con la excepción del «Condado de Barcelona». Nos tendremos que acostumbrar de nuevo, a esos auténticos valencianos, más valencianos que la paella de conejo y pollo con un buen «socarrat», que van vestidos de pijos, con mocasines y pulseras de España, hablando en castellano y votando a la derecha. Esto es lo que nos espera a partir del 23 de julio en toda España. No sé si la historia se repite, pero lo que está claro, es que estamos en tiempo de involución, de marcha atrás, de perder todos los avances sociales y derechos conseguidos. Si no votas a la izquierda, tendrás como mínimo cuatro años para lamentarlo…

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