El machismo nos impide que existan unas relaciones más justas y solidarias entre hombres y mujeres, hemos de aprender a identificar esas frases hechas, esos tics que algunas veces de forma involuntaria somos capaces de pensar y otras de expresar. Unos comportamientos que no somos capaces de revisar y de erradicar en los aspectos de nuestras relaciones con los demás. A veces, sin darnos cuenta somos clasistas, machistas, racistas, xenófobos, homófobos, en pequeños o grandes detalles. No nos preocupamos de esa violencia hacia las personas, que nos devalúa como seres humanos y que nos aleja de principios como la justicia, el respeto y la igualdad. Si queremos favorecer una sociedad del presente y del futuro que no divida a las personas en función de su sexo, de su procedencia, de su raza o de su ideología. Hemos de aprender y recordar que la supremacía de los hombres sobre las mujeres o sobre los diferentes, es totalmente insostenible en nuestra sociedad.
El feminismo, no busca la superioridad de la mujer, busca la equidad de género, mientras que el machismo es un conjunto de actitudes que consideran al hombre como superior a la mujer. Hemos de dar visibilidad a todo ese machismo camuflado, que sigue presente en nuestra cultura, en las relaciones personales, familiares, laborales; en los medios de comunicación, en las redes sociales y en la publicidad. Un machismo que sigue existiendo en las generaciones más jóvenes, aunque hayan crecido en la igualdad de derechos para hombres y mujeres. El machismo es algo cotidiano en nuestra vida, que sigue apoyado en los estereotipos sexistas de nuestras sociedad, que alimentan muchos de los prejuicios y estereotipos machistas, que acaban muchas veces en violencia machista. La solución es de la sociedad en su conjunto, pero sobre todo es una cuestión de los hombres y en particular de cada uno de nosotros, que naturalmente pasa también por la educación.
Los tics machistas suponen un tipo de violencia hacia las mujeres y hemos de ser capaces de erradicarlos, no solo por las mujeres sino también por nosotros: los hombres. No se puede permitir ni el más mínimo desliz, ni la más pequeña insinuación, ni el chiste fácil, todo esto es machismo y no podemos aceptar la discriminación por razón de sexo. Es cuestión de feminismo, es decir, de igualdad, de equidad, de deconstruir esos tics, comportamientos y roles machistas que tenemos los hombres. Es fundamental la concienciación de toda la sociedad, que se está humillando y violentando a las mujeres. Que la violencia la sufren ellas, muchas veces con la complicidad de todos nosotros.
Señor Fernando Simón, como hombre, como médico y como director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) no puede hacer chascarrillo sobre las enfermeras, durante una charla con los hermanos Pou para su canal de Youtube. «Fernando, no nos ha quedado muy claro si te gustaban las enfermedades infecciosas o las enfermeras infecciosas», aseguraba uno de los escaladores, a lo que Fernando Simón contestó que no les preguntaba si eran infecciosas o no, «eso se veía unos días después». No es un ataque político lo que está sufriendo, es una equivocación y una falta de respeto a la profesión de la enfermería, y especialmente hacia las mujeres. Aunque se haya disculpado, el mal ya está hecho.
Nos sobra protagonismo machista, en nuestra sociedad: presentadores, artistas, miembros del famoseo, de las redes sociales y también políticos. Cuando el machismo es noticia siempre es por circunstancias negativas o por la violencia machista, hemos de aprender a identificar el machismo como algo negativo y marginarlo, pero sigue presente en nuestra sociedad. La violencia machista es una tragedia estructural que parece que no tiene solución o que algunos no quieren que la tenga.
Desde el negacionismo de la violencia de género de la ultraderecha, donde parece que las mujeres están carentes de derechos, de libertad, de respeto y de capacidad de decisión; pretendiendo defender a los violentos y hablando de violencia doméstica con el ánimo de confundir. Y, cada día habiendo agresiones machistas, mujeres asesinadas, mujeres que exigen igualdad real, denunciando a los machistas violentos.
Hasta el machismo de la izquierda, en que a la colaboradora de Pablo Iglesias, Dina Bousselham le roban el teléfono móvil en un centro comercial, su tarjeta sim comienza a circular por varios medios de comunicación, hasta que finalmente cae en manos de Pablo Iglesias, revisa su contenido, encuentra fotos y mensajes muy personales de Dina y finalmente se guarda la tarjeta sin decirle nada a su dueña, por su propio bien.
Resultará que tanto la derecha como la izquierda tienen tics machistas, aunque la izquierda se base en la defensa feminista y una parte de la derecha en su defensa del machismo. Y, mientras, una sociedad que no denuncia, que defiende el machismo con su silencio y su complicidad con los agresores. Es hora de asumir que esta sociedad patriarcal, con todos sus valores y estereotipos sociales, tiene que cambiar. Pero, la pregunta es ¿hasta cuando seguiremos así?