Los seres humanos somos imperfectos, estamos expuestos a cometer un error, a equivocarnos cuando estamos haciendo alguna cosa. Cuanta más actividades desarrollamos tenemos más probabilidad de cometer alguna confusión, cualquier reiteración de comportamientos aumenta la probabilidad de errar. La experiencia no evita muchas veces el incurrir en una metedura de pata y cometer el mismo traspié, se podría decir que el error es una forma de aprender. La mayoría de las veces, los errores se pueden evitar, pero por negligencia, de una manera sistémica o aleatoria todos estamos expuestos inconscientemente a cometerlos. Hay equivocaciones pequeñas que no producen grandes consecuencias, que hasta pueden ser útiles y hay grandes errores que pueden ser irreparables.
No admitir los errores es una manera de despreciar a los demás, de prepotencia y vanidad, de ver solo la paja en el ojo ajeno. Sin embargo, reconocer un error es mostrarse como un ser humano: imperfecto. Exigir que todo salga bien aunque sea lo deseable, es esperar un imposible. La aprobación de la reforma laboral por culpa de un error de un diputado del PP es dolorosa, cuando se planteó como una emboscada a Pedro Sánchez por el transfuguismo y compra de voluntades de los diputados de UPN, para conseguir probablemente el cambio en la legislatura. Una equivocación en el voto telemático del diputado Alberto Casero, se quiso enmascarar con mentiras y medias verdades, desde la posibilidad de un error informático a la posibilidad de volver a votar y cambiar el sentido del voto. El voto telemático se actualizó en 2020 por la pandemia, si un diputado o un senador quiere votar de forma telemática, implica que su voto telemático no se puede modificar luego de forma presencial, es decir no se puede cambiar el sentido del voto, al igual que si se hubiera realizado en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. En la práctica, es la forma de equiparar los errores que, de vez en cuando, tienen sus señorías al pulsar los botones en el momento de las votaciones con la posibilidad de equivocarse en el voto telemático.
Para votar telemáticamente, se accede online con unas credenciales personales, se despliega una lista con opciones. se pulsa su voto y una vez elegida la decisión, aparece una segunda pantalla donde el sistema ofrece revisar el voto. Si no está conforme puede volver atrás. Es el político el que revisa su elección y pasado este trámite el sistema genera un documento con el voto emitido. Es decir, tiene una doble verificación y por lo tanto, menos posibilidades de equivocación que pulsar un botón. Aún así, el Partido Popular mantuvo la idea de un fallo informático, la posible prevaricación de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet al no permitir la posibilidad de cambiar el voto en el mismo hemiciclo. Los errores a la hora de votar son comunes en los diputados, el diputado Alberto Casero se equivocó tres veces en diferentes votaciones. La equivocación puede suponer que se apruebe o que decaiga un proyecto, como fue el caso de la reforma laboral, pero simplemente hay que reconocer lo errores, por mucho que duelan.
El líder del PP, Pablo Casado, ha calificado de «pucherazo» y de «atropello democrático» el no dejar modificar el voto del diputado Alberto Casero, exigiendo a la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, una rectificación inmediata, acusandola de prevaricación y querer ir «hasta el final», con un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional «para que no se pisoteen los derechos de representación política en España». Para Casado esto «no es propio de una democracia desarrollada» e implica aprobar «por la puerta de atrás un decretazo» en un «auténtico pucherazo a la soberanía nacional». La derecha y la extrema derecha coinciden en deslegitimar la democracia, han tomado inspiración del expresidente de EE UU, Donald Trump, empleando el trumpismo para atacar a la democracia, como política antisistema y como forma de movilizar a la base electoral de la derecha.