La disidencia de los barones del PSOE.

La actuación en conciencia es condición suficiente para conferir valor moral a la disidencia, a decir no, en situaciones en la que prevalecen la indignidad, la falta de libertad o la desigualdad. La disidencia es la adhesión inquebrantable a un imperativo moral, independientemente de sus consecuencias. Es el papel de la desobediencia frente a la heterodoxia y la marginación. El concepto de barón político es sinónimo de persona que tiene gran influencia y poder dentro de un partido político, generalmente por ostentar la presidencia de alguna comunidad autónoma. El origen de los barones políticos en España viene de la época de la presidencia de Felipe González y de los presidentes autonómicos que acumularon mucho poder durante los 14 años de gobierno socialista: Manuel Chaves, presidente de Andalucía (1990-2009) José Bono, presidente de Castilla La Mancha (1983-2004) y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de Extremadura (1983-2007). Y, Guillermo Fernández Vara (2015-2023).

El PP también ha tenido sus barones históricos, como María Dolores de Cospedal por su condición de secretaria general del partido. Alberto Núñez Feijóo en Galicia, Eduardo Zaplana y Francisco Camps en la Comunidad Valenciana o José Antonio Monago en Extremadura. Ahora, los pactos de la derecha en el vuelco electoral del 28-M de 2023 le ha permitido tener al PP una mayoría de barones que son presidentes autonómicos: Juanma Moreno (Andalucía), Jorge Azcón (Aragón), Marga Phohens (Baleares), Mª José Saénz de Buruaga (Cantabria), Fernández Mañueco (Castilla y León), Juan Jesús Vivas (Ceuta), Carlos Mazón (Comunidad Valenciana), María Guardiola (Extremadura), Alfonso Rueda (Galicia), Gonzalo Capellán (La Rioja), Isabel Díaz Ayuso (Madrid), Juan José Imbroda (Melilla) y Fernando López Miras (Murcia). Mientras el PSOE  solo ha conseguido conservar Asturias con Adrián Barbón, repetir en Castilla La Mancha Emiliano García Page y en Navarra María Chivite.

En el PSOE algunos barones se han desmarcado de la línea oficial que marca el secretario general, de los cuales solo continúa Emiliano García-Page y dejando de ser presidentes autonómicos Javier Lambán en Aragón, Ximo Puig en la Comunidad Valenciana o Guillermo Fernández Vara en Extremadura. Todos políticos que tienen mucho poder territorial dentro del partido, políticos que gracias a su territorio, tienen mucha influencia en el partido, que defienden supuestamente a su partido, pero con la sutileza de no perder votos en su autonomía. El PSOE «tolera» esta disidencia de cara a conseguir futuras victorias electorales o mantener gobiernos autonómicos, como en el caso de Castilla La Mancha, pero los barones «díscolos» como García-Page, hacen mucho daño a la unidad del partido y a cerrar filas en torno al líder del partido, Pedro Sánchez.

La disidencia se paga, normalmente no gusta en los partidos políticos el pluralismo político. Las decisiones de la ejecutiva del partido representan de forma colectiva el sentido del mismo y tiene que ser justificado al unísono por todo el grupo parlamentario. La dirección elige el camino y el resto lo sigue. Y quien no lo hace, normalmente es señalado y corre el peligro de quedarse sin trabajo. En los partidos políticos no gusta la libertad de expresión y menos la disidencia. La duda es si García Page se debe a los electores que le escogieron o al partido político que representa a nivel nacional y que le puso en las listas.

Deja una respuesta