Hemos tenido en nuestras manos los votos para defender la democracia, el progreso y el pluralismo. Feijóo vence pero sin lograr una mayoría absoluta junto a Vox, para poder conseguir la investidura y formar gobierno. El PSOE resiste, con pocas opciones, pero algunas, de poder formar gobierno. La ultraderecha baja y Sumar obtiene lo 31 escaños que obtuvo Unidas Podemos en las anteriores generales. El resultado inesperado para el PP, donde estaban convencidos de una amplia mayoría para Alberto Núñez Feijóo, lo complica para la derecha y da alas a la izquierda. Aunque el PP haya ganado no le ha servido de nada, a pesar de aumentar 47 diputados respecto a 2019. Pero, Vox ha perdido 19. Es decir, el PP y Vox suman 169. Más el apoyo de UPN: 170 votos.
Los populares han basado su campaña en acusar a Sánchez de hacer concesiones inaceptables a los independentistas, de querer derogar el sanchismo y ahora Feijóo tiene ahora el problema de que, salvo Vox y algún otro grupo minoritario, no cuenta con más aliados en el Parlamento. La derecha debe darse cuenta de que España es muy diversa y que su Parlamento también lo es. Con fuerzas minoritarias, nacionalistas y regionalistas con las que hay que llegar a acuerdos, y ni el PP ni las fuerzas minoritarias están dispuestas a hacerlo con sus alianzas con Vox.
Sánchez adelantó las elecciones en un intento de frenar la pérdida de votos y de apoyo popular, y su apuesta parece haberle dado resultado, sumando un millón de votos respecto a 2019 e incluso ganar dos escaños más. El objetivo es reeditar el llamado “bloque de la investidura”, una heterogénea relación de partidos de izquierda y nacionalistas que facilitaron su investidura en 2020. Necesita el apoyo de ERC y como mínimo la abstención de Junts. Pero, lo va a tener difícil Pedro Sánchez y aún más complicado lo tiene Feijoó.
Feijóo anhela que el PSOE se abstenga. Como pasó en 2016, que hubo dos elecciones: las primeras, en las navidades de 2015; las segundas, la repetición el verano de 2016. El PSOE de Sánchez, con 85 diputados, se quedaba muy lejos de la posible investidura. Y, al PP de Rajoy, le faltaban seis escaños o, en su defecto, 11 abstenciones. En el primer intento de Rajoy para convertirse en presidente, el PSOE se mantuvo en su ‘no es no’. En España no había gobierno, y entonces llegaron las elecciones gallegas y vascas. Después, llegó el PSOE a la reunión de su máximo órgano: la dimisión de Sánchez. Una gestora tomó el control del PSOE y dieron la orden de abstenerse. Rajoy se mantuvo en la Moncloa: de los 85 diputados socialistas, 70 se abstuvieron siguiendo el mandato del partido y 14 votaron no. Y, Pedro Sánchez se ausentó de la votación. Ahora, la abstención parece imposible…