Por muchos propósitos que tengamos para el nuevo año, quizás no seamos capaces de cambiar la realidad, pero hay que intentarlo. Cambiar de año no cambia nada, es nuestro papel en la vida lo que puede hacer que algo cambie. No me gusta hacer divisiones entre las personas, ni buscar una narrativa que convierta a unos en buenos y a otros en malos. Pero, lo que está claro es que hay dos tipos de personas o de formas de afrontar la vida: los conformistas y los inconformistas o dicho de otra manera los pragmáticos y los utópicos. Mientras el pragmático profesa el realismo más convencido, el utópico sueña y piensa en un mundo mejor.
Los conformistas, son los que desde su punto de vista, hagan o dejen de hacer no van a cambiar las cosas y que, lo que tenga que suceder, sucederá, solo les queda la resignación y el derecho al pataleo. Los inconformistas, los soñadores, los utópicos creemos que no siempre la tostada caerá siempre por el lado de la mantequilla, que se pueden cambiar las cosas y para eso hay que intentarlo. En tiempos donde solo se busca la polarización y la división, donde las democracias están en crisis, donde los populismos socavan los triunfos de la democracia, tenemos la obligación de no rendirnos.
Hemos de recuperar la confianza en la política, en las instituciones y en todos los instrumentos que nos ofrece la democracia para alcanzar propósitos comunes. El peligro está en esos populismos que descalifican a las minorías, que crean una noción de la única verdad y que los que no sean o no piensen como ellos somos sus enemigos. En los que buscan las diferencias en la identidad, en los que solo piensan en sus intereses económicos y no en los sociales. El populismo no es la encarnación de la voluntad del pueblo, es simplemente, una burda manipulación para esconder los verdaderos problemas y distraer la atención, convirtiendo como enemigos a los diferentes, sea por raza, país, creencias, afinidad política, orientación sexual o simplemente por pensar diferente.
Este año tenemos la oportunidad de tener un gobierno progresista o seguir con el bloqueo. Los inconformistas, los soñadores, tenemos la obligación de creer en un gobierno que acabe con los recortes y abusos, que atenué las desigualdades y que trabaje para la mayoría. Porque la obligación de un político, no es tener solo propósitos, es cambiar la realidad y para eso les votamos.