En busca de corregir las anomalías democráticas que hemos recibido de nuestro pasado más próximo, especialmente del período conocido como la Transición española, el Gobierno de España, ha elaborado un anteproyecto de Ley de Memoria democrática, aprobado ayer martes en Consejo de Ministros. Después de la exhumación del dictador Francisco Franco el 24 de octubre de 2019 y del fracaso de la Ley de Memoria Histórica aprobada en 2007 por el gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero, se intenta hacer una nueva ley, esta vez no de «Memoria histórica» sino de «Memoria democrática», que permita corregir todas las anomalías democráticas, que hemos aceptado como normales durante más de 40 años.
La Transición española no fue un pacto de olvido, fue olvido consciente de todos los partidos políticos, en un momento delicado en la política española, que sirvió para lavarle la cara a la dictadura franquista y para legitimar a sus herederos, convirtiendo a España en un «Estado social y democrático de Derecho» (Artículo 1). Una democracia sin memoria no es una verdadera democracia, sobre todo para los perdedores, con los que hay que saldar una deuda pendiente. Hemos de asimilarnos a otros países, aplicar los valores del derecho internacional.
Una nueva Ley de Memoria Histórica, que antes de llegar al Congreso para su tramitación parlamentaria, pretende declarar «nulos de pleno derecho» los juicios franquistas, convertir en un cementerio civil el Valle de los Caídos, encargarse el Estado de la recuperación de restos humanos de las fosas comunes, además de ilegalizar las asociaciones y fundaciones que hagan apología del franquismo. En resumen, muy buenos principios para corregir todas las anomalías democráticas derivadas de la Transición española. Que chocará con la oposición de la derecha y con el miedo de restañar viejas heridas y volver a las dos Españas. Con todos los inconvenientes para demostrar, todos los que no tuvieron juicio, que fueron ejecutados y tirados a las cunetas y que no podrán ser objeto de revisión.
Necesitamos dejar de ser una sociedad desmemoriada, con una amnesia selectiva, no podemos olvidar a esos españoles y españolas que están en las cunetas y en fosas comunes, les debemos un recuerdo honroso, tienen derecho a pensar que su lucha sirvió para algo, en su lucha por las libertades, en su defensa de la democracia. Una Ley que llega tarde y que quizás no conseguirá todos sus propósitos, pero que es necesaria. Si hay unas etapas del duelo tras la muerte de alguien querido, ya es hora de que aceptemos la realidad, para poder perdonar…
El maniqueísmo político en España, divide entre los del bando bueno, y los del bando malo, en forma irreductible. Dos partes que, desde sus antagonismos, están condenadas a eliminarse la una a la otra, son las dos Españas, una forma antípoda de entender casi todas las cosas. Aunque en teoría, no existen dos Españas, está la España democrática de la Constitución de 1978 y la de los que aún añoran tiempos pasados.
El pasado no se puede borrar, la única posibilidad de no repetir los errores y horrores del pasado pasa por mantenerlos en la memoria, por conocer sus circunstancias y sus causas. No podemos pensar desde la sentencia simplista que «quien no está conmigo, está contra mí», aforismo que atenta contra toda razón pero que consigue manipular a millones de personas.
La Transición española no es un periodo ejemplar y modélico de la historia de España, es fruto de las circunstancias del momento, en lo que se hizo lo que se pudo. Nuestra Transición fue pacifica, se buscó la pluralidad política, el apoyo de la ciudadanía para transformar a España en una democracia, después de cuarenta años de dictadura. Pero, la ley de amnistía de 1977 sirvió para sacar de las cárceles a los opositores franquistas, pero de facto se garantizó la inmunidad de los crímenes cometidos por la dictadura desde la Guerra Civil.
La Transición española permitió convertir a España en una democracia liberal equiparable a la de otros países occidentales. Pero, se olvidó de la justicia y reparación a las víctimas del franquismo, eso debe subsanarse con esta Ley de Memoria Democrática y debería tener todo el apoyo del arco parlamentario. Aunque soñar cuesta muy poco…