El cambio climático es la mayor amenaza medioambiental a la que nos enfrentamos: sequías, calentamiento de la tierra, fenómenos meteorológicos extremos, terremotos, aumento del nivel del mar, incendios forestales sin precedentes… Afectan antes y en mayor medida a las comunidades más pobres y excluidas, repercusiones que son más graves y que agravan más aún las desigualdades. En la mayoría de los casos carecen de los medios necesarios para enfrentarse a todos estos impactos. No solo es alarmante el aumento de la temperatura del planeta, conocido como calentamiento global, los glaciares se está derritiendo, el aumento de la frecuencia e intensidad de lluvias y las
nevadas extremas, así como el número de sequías, más olas de calor y huracanes más intensos. Los cambios en el clima son causados en gran medida por los seres humanos: gases de efecto invernadero actúan como una capa sobre la tierra, el aumento de estos gases en la atmósfera fortalece el efecto invernadero y por ende incrementa el calentamiento global, cuando quemamos combustibles fósiles tales como carbón, petróleo o gas, o cuando talamos y quemamos árboles. El cambio climático está aquí para quedarse y los cambios son cada vez más rápidos.
Los impactos del cambio climático afectan más a los países en vías de desarrollo y a la gente con menos recursos. Esos países donde hay más desigualdad social, sobretodo en calidad de viviendas, servicios de salud, acceso a alimentos, agua limpia y otros recursos, los cambios son más intensos y negativos. Desde la escasez de agua, las sequías, el aumento de temperaturas, las inundaciones, los ciclones, los incendios forestales o los terremotos pueden cambiar la vida de miles de personas. Impactos que algunos pueden predecirse con certeza y otros que aparecen inesperadamente. Ante todo esto, no tenemos otra opción que reducir los riesgos relacionados con el clima, para evitar que los desastres atrapen a los más vulnerables.
La evidencia científica crece y la presión pública y política aumentan sobre el cambio climático, pero cada vez estamos más expuestos a mayores y más complejos desastres, sobre todo en los países en desarrollo, amenazando los medios de subsistencia y disparando la migración debido a eventos extremos. Es el momento de aprender lo que tenemos que hacer para prevenir los cambios en el clima, desde gobiernos, instituciones y sobre todo a través de campañas de sensibilización dirigidas al público general. Los desastres ecológicos de los últimos años han pasado desde inundaciones, olas de frío y calor, ciclones y huracanes, sequías, tormentas, incendios forestales y terremotos, pero todos tienen una misma constante la devastación de zonas de países en desarrollo y el olvido del mundo desarrollado, que es el que realmente contamina.
El terremoto de Marruecos, el pasado 8 de septiembre, el más fuerte que ha afectado en más de un siglo en el sur de Marruecos, con miles de muertos, heridos, casas e infraestructuras con la idea de destrucción, que quizás no tiene nada que ver con el cambio climático, pero sí con la pobreza. La tormenta Daniel en Libia una catástrofe humana, tras las inundaciones y el derrumbamiento de dos presas el 11 de septiembre por las fuertes lluvias que ha dejado miles de muertos y desaparecidos. El cambio climático debería ser una llamada de atención para que el mundo cumpla el compromiso de reducir las emisiones, garantice la financiación de la adaptación al clima y aborde los problemas de la Agenda 2030, como primer objetivo acabar con la pobreza en todas sus formas y en todas partes.