El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y el presidente del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, han firmado un acuerdo bilateral por el que España se compromete a seguir proporcionando ayuda militar a Ucrania por valor de 1.000 millones de euros en 2024 y 5.000 millones hasta 2027. Y, todo ello sin someterse la decisión a debate en el Congreso de los Diputados. El mundo occidental ha convertido a Zelenski al defensor de Ucrania y de la democracia occidental, presidente en las elecciones presidenciales de Ucrania en 2019, donde la clave de su campaña fue la lucha contra la corrupción y la oligarquía. Un actor reconocido, que se ha enfundado una camiseta militar, barba descuidada y ojeras, que pretende despertar la empatía de los países occidentales para conseguir ayuda militar.
La independencia de Ucrania llegó en 1991, tras la disolución de la URSS, y partir de entonces, Ucrania puso la mirada en Europa y su interés de pertenecer a la OTAN para asegurar su independencia. Tras independizarse de la Unión Soviética en 1991, Ucrania siempre mantuvo relaciones tensas con Rusia, que comenzaron a empeorar a comienzos de los 2000. La guerra de Donbás en 2014 vino determinada por la solicitud de las repúblicas de Donbás a Rusia, para que les prestara su apoyo ante el riesgo de genocidio por parte del ejército ucraniano. Después la anexión de Crimea por parte de Rusia, alegando que defendía los intereses de los de los ciudadanos de habla rusa en Crimea. Zelenski podía haber intentado buscar una convivencia pacífica con Rusia a cambio de una solución para el Donbás y la neutralidad de Ucrania, pero prefirió la confrontación. La opinión pública sobre Ucrania, se ha convertido en una lucha contra Rusia, donde solo existe una premisa que Ucrania gane la guerra y la recuperación de todo el territorio ahora en manos de Rusia, incluidas Crimea y Sebastopol. Y eso es bastante difícil que suceda.
La invasión rusa de Ucrania, comenzó el 24 de febrero de 2022, con muchas vidas, dolor y destrucción, Occidente no quiere la derrota de Zelenski, porque una derrota o un estancamiento de la situación permitiría a Rusia conservar todos o parte de los territorios ocupados. La gran importancia geopolítica del Mar Negro y el Donbás era controlar el sur de Ucrania para poder conectar estos dos territorios controlados por Moscú desde 2014. Moscú ha insistido en que no buscaba una guerra y aún la llama a su invasión «operación militar especial» y que la responsabilidad de la crisis es de la OTAN. En la cual siempre ha rondado los planes de Putin, de invadir determinados países bálticos y la política de ampliación de la OTAN hacia Europa del Este, que ha sido percibida como una amenaza militar por Rusia.
La guerra de Ucrania se ha convertido en un objetivo de la política exterior de los EEUU, donde los intereses geopolíticos y económicos se entremezclan. Al final un conflicto que se ha cronificado y donde los verdaderos beneficiarios son los grandes capitales y la enorme ayuda militar. A lo que España, ahora entrega mil millones de euros en armas durante este año, una decisión que no pasará por el Congreso y que toma de forma individual el Ejecutivo. Las guerras no se paran con más armas, sino con acuerdos para el cese de las amenazas y hostilidades por parte de la Federación Rusa y la retirada acordada de todas las tropas y la desmilitarización total de la zona. A lo mejor es una utopía, una falacia, pero esta ayuda militar no ayuda a Ucrania, solo a intereses económicos y políticos de terceros países.