«Woke» se ha convertido en una etiqueta, en un insulto, sería la manera de ver el mundo desde una visión de izquierdas, con la que la derecha señala a sus enemigos: los que simpatizan con la desigualdad social, el feminismo, el aborto, el movimiento LGTBI, el multiculturalismo, el antirracismo o el ecologismo…, lo que se podría describirse como las tendencias del pensamiento progresista, lo que ellos consideran un fundamentalismo de izquierdas. Una manera de desacreditar las ideas de la izquierda o la denominada «dictadura progre» por las actitudes más intransigentes de la ultraderecha. El origen del término, ligado a movimientos contra el racismo y otras injusticias sociales en EEUU, sobre todo en las comunidades afroamericanas. Pero la explosión en su uso se dio con el surgimiento del movimiento Black Lives Matter en 2013, tras la muerte de Trayvon Martin en Florida. Y luego también se invocó en el marco del #MeToo, contra el acoso y el abuso sexual y en otros movimiento contra diferentes injusticias.
Sin embargo, como ocurre siempre, el término ha sido adoptado por diversos grupos y ha ido adquiriendo otras connotaciones. Mientras para algunos ser «woke» es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad. Ahora, lo han empezado a usar en discursos de la extrema derecha europea y española, de forma peyorativa para designar a los que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto. Desposeído de su significado original de “persona despierta a las cuestiones progresistas», similar a estar despierto, en inglés, se ha convertido en un insulto al progresismo.
En 2020, Donald Trump centró uno de los ejes de su campaña de reelección, en combatir a los «woke lefties» (izquierdistas despiertos), considerando que estas políticas representaban una amenaza a los «valores de familia» e incluso a la misma democracia, a la que se quieren «reemplazar con una tiranía woke». El mensaje anti woke de la extrema derecha con su populismo ideológico quiere dividir a la sociedad en dos mitades, alentando el enfrentamiento, despreciando las instituciones del Estado de Derecho y la propia democracia, manipulando la información y convirtiéndola en fake, promoviendo una agenda ideológica contra todo lo woke. Teniendo la intolerancia como constante, no aceptando la diferencia.
Lo más woke en España debe ser el presidente de Gobierno Pedro Sánchez, el ministerio de Igualdad de Irene Montero y el ministerio de Derechos Sociales de Ione Belarra, un ala más izquierdista, preocupados por temas feministas, LGTBI o de igualdad, que lo utiliza la extrema derecha para radicalizar sus posturas y atacar todo lo que pueda significar progresismo, aunque ellos piensan que es fanatismo. Los antiwoke, se preocupan solo de atacar, de definirse de todo lo que no quieren ser, de simplificar y desacreditar las ideas de sus adversarios. Y, que no pararán hasta expulsarlos del poder con su discurso radicalizado y dogmático. Las próximas elecciones, son su oportunidad.