Unilateralidad y diálogo.

La unilateralidad es un término que hace referencia a la situación en la que un acuerdo solo compromete a una parte. Que las obligaciones solo comprometen a una única parte, que no hay obligaciones recíprocas, solo por una parte. En la reunión de Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones y de Carles Puigdemont, expresidente de la Generalitat catalana huido de la justicia en Bruselas desde 2017, está claro que la unilateralidad ha sido el eje del diálogo. Una entrevista «a nivel personal» para encauzar la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, pero que no debemos olvidar de que es la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones. Hablar, negociar es lícito, aunque en este caso sea legitimar al que el Estado español considera un prófugo y que desafío al marco constitucional y el propio Estado de derecho.

Llegar a un acuerdo de dos partes, es obligarse recíprocamente, es decir, que ambas partes deben ofrecer una contraprestación la una a la otra. Puigdemont demanda la amnistía y el referéndum de autodeterminación, para ofrecer el apoyo de Junts a la investidura de Pedro Sánchez, si fracasa como es de suponer la de Feijóo. ¿Pero, puede ofrecerlo Yolanda Díaz en nombre del Estado español? La unilateralidad es contraproducente en una negociación existente porque existe un conflicto, porque ambas partes pretenden resolverlo de forma que la solución negociada sea satisfactoria para ambos, donde hay intereses contrapuestos que es difícil conjugar. En un acuerdo de máximos pueden crecer o decrecer a lo largo de la interacción negociadora. Pero, ¿hasta qué punto piensa bajar la imposición de las aspiraciones de Puigdemont?

En una negociación siempre los resultados de las partes se hallan inversamente relacionados, de forma que si una de las partes gana, la otra pierde. Si Puigdemont da sus votos, el Estado tiene que perder. Es muy difícil que ambas partes salgan satisfechas del proceso negociador. Incluso podrían salir satisfechas ambas partes. Pero, ¿ lo comprendería esa otra parte de España y los partidos de la derecha? A lo mejor Puigdemont y el Estado español deben encontrar el momento de dilucidar el conflicto y que ambas partes puedan lograr un acuerdo, acercando posiciones y buscando posiciones de reciprocidad.

Pero, algo que distancia aún más es la unilateralidad política, el «Ho tornarem a fer», lo volveremos a hacer. El dejar claro que no renuncian a la independencia de Catalunya ni a movilizarse para conseguirla, donde no hay muestra de arrepentimiento, ni propósito de enmienda, Puigdemont y los partidos independentistas en realidad siguen pensando en volver a hacerlo, en ser independientes aunque sea por la vía unilateral. Siguen alegando el “mandato democrático” del 1 de octubre, exigen la amnistía y un referéndum pactado para la autodeterminación. Lo que está claro es que los independentistas saben que si no apoyan a Sánchez, aumentará la confrontación utilizado por las derechas políticas y mediáticas y que unas nuevas elecciones no les ayudarán.

Ni los independentistas, ni los nacionalistas españoles no buscan la concordia, ni dentro de la sociedad catalana, ni en la relación con el resto de España. El conflicto existe, la fuerza del Estado español no puede servir para solucionar el problema catalán. Quizás Yolanda Díaz se ha adelantado, pero Pedro Sánchez necesita el voto independentista para ser investido y después para gobernar. La solución la tienen los políticos o los ciudadanos que deberemos acudir de nuevo a votar. El problema es si todo continuará igual o lo «solucionará» una mayoría de derechas. Hagan apuestas el conflicto catalán sigue sin solución…

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