Hoy Consejo de Ministros en Barcelona, ayer reunión de Pedro Sánchez y Quim Torra, con protestas de los sectores independentistas y criticas por parte del PP, Ciudadanos e incluso barones del PSOE. No entiendo que hablar sea el problema, al revés pienso que hablar es una forma de encontrar una posible solución. La comunicación es necesaria para solucionar situaciones de enfrentamiento y de intransigencia, es necesario abordar todos los temas con una actitud positiva, sin censura e intentando agotar todas las posibilidades para el problema catalán.
Puedo entender el hacer un Consejo de Ministros en Barcelona, aunque en todos los años de democracia no se había realizado ninguno y con Franco, en ocho ocasiones. No me parece demasiado acertado escoger el 21-D, aniversario de la convocatoria de las elecciones catalanas como medida de la aplicación en Catalunya del artículo 155. Pero, creo que es necesario agotar todas las posibilidades de acercamiento, aunque pueda parecer una afrenta para los independentistas y de traición a España por parte de la derecha.
Que exista tensión, que los CDRs hagan sus intentos de colapsar Catalunya, que miles de personas se manifiesten en contra del Consejo de Ministros, a favor de la independencia y de los presos políticos, entra dentro de lo previsible, pero no entiendo el reiterado mantra del «día que pase algo», por parte de la derecha. Parece que algunos les interesa que realmente pase algo, que haya muertos o grandes disturbios para instaurar el artículo 155 «sine díe» y que Pedro Sánchez convoque nuevas elecciones.
Desde la instauración de la democracia y la creación de las autonomías los nacionalistas vascos y catalanes han conseguido, para algunos pequeños y para otros demasiados avances, pero los partidos mayoritarios en Madrid no han sabido vislumbrar ni prevenir lo que pedían casi la mitad de los catalanes. Pienso que hay demasiados interesados en que el problema catalán no tenga solución: a los independentistas les sirve para conservar su papel victimista y crecer en adeptos en la independencia; a los partidos de derechas para crecer en votos en el resto de España y para el PSOE para intentar aprobar los presupuestos y mientras mantenerse en el poder.
El problema catalán interesa a demasiados que no se solucione, porque sino estaría ya solucionado. A lo mejor llegar a acuerdos que satisfagan tanto a los partidarios de la autodeterminación de Catalunya y a los defensores de la unidad nacional de España es imposible. Pero, hablando se negocia y también se cede, porque sino es imposible llegar a ningún acuerdo. Porque la realidad de Catalunya es que está dividida en dos partes: entre independentistas y constitucionalistas, dos partes con una concepción antagónica y difícilmente reconciliable.
La solución pasa por el respeto al Estado de Derecho y por las urnas, con dos posibilidades: la de que los nacionalistas pueden ganar y la de que los catalanes voten por seguir siendo parte del Estado español. Si existe una mayoría cualificada de la población que quieran separarse del Estado español y asumiendo todas las consecuencias, debería aceptarse democráticamente. Al igual que si los catalanes y catalanas votan por seguir siendo españoles, debería ser respetado por los nacionalistas. Estamos hablando de Estado de Derecho y democracia, lo demás es querer imponer las ideas por la fuerza…
Catalunya nunca será independiente, no es una afirmación baladí es una certeza que tengo yo y que creo que lo saben hasta los más independentistas. Ni el independentismo tiene una mayoría cualificada en Catalunya, ni el Estado español cambiará las leyes para permitir que los catalanes tengan el derecho a decidir.
Por lo tanto, estamos en el cuadro «Duelo a garrotazos» pintado por Francisco de Goya, donde dos campesinos pelean entre sí a garrotazos. Una lucha fratricida entre las dos Españas, premonición de la Guerra Civil Española y reflejo de todas las ocasiones en que hay lucha entre semejantes, entre hermanos y ahora entre España y Catalunya.
La ruptura que hay en el pueblo catalán, es algo patente, de difícil solución y que los trileros políticos manejan con habilidad para ganar votos. Con el único propósito de azuzar el fuego de la división y el enfrentamiento entre España y Catalunya. Quizás éste sea un país, según nos cuenta la historia, en el que sólo se pueden resolver las cosas a tiros, sin embargo por encima de todo, está defender la democracia y el comenzar a entendernos…