Podría parecer que estoy escribiendo un cuento sobre dos personajes: el relator y el esperpento. No sé muy bien si encasillarlo en realista, misterio, ficción o terror. Hay otros muchos personajes en este cuento: constitucionalistas, independentistas, populistas, de derechas, de izquierdas, de los que no se reconocen en ninguno, excluyentes y excluidos, encarcelados, huidos de la justicia… La voluntad del Gobierno de España de incluir a un relator en la mesa de negociación con los partidos de Cataluña, ha despertado de nuevo: el esperpento, lo grotesco, lo absurdo, lo exagerado, los exabruptos, las medias verdades, las mentiras y el meter miedo de que «España se rompe».
Designar un «relator», una persona que podría llamarse mediador o negociador en la mesa de partidos catalanes, ha generado un gran debate, dentro de muchos barones del PSOE y por supuesto en el PP, Ciudadanos y VOX, que han convocado una manifestación este domingo en la Plaza Colón en Madrid, llamando a la ciudadanía contra el Ejecutivo de Pedro Sánchez, por haber cedido, según ellos, a las exigencias del independentismo. Parece que la obstinación de no buscar soluciones, de no buscar diálogo, de no acercar posturas en el tema de Catalunya, es lo único que interesa a los partidarios de la aplicación indefinida del artículo 155.
En muchas reuniones cuando las partes piensan diferente, se busca la figura de un mediador: en situaciones de separaciones o divorcio Incluso en los colegios de nuestros hijos han aparecido los mediadores: niños y niñas que conversan, consensuan y reflexionan sobre cómo resolver los conflictos del colegio. Una forma de reconciliarse, de que exista una buena convivencia, de solucionar los pequeños conflictos, de contribuir a la prevención de la violencia escolar y las situaciones de acoso. Es curioso que lo que sirve a nuestros hijos en el colegio, no son capaces de aceptarlo los políticos como forma de resolver un problema. Y, eso que presidentes como Mariano Rajoy o José María Aznar emplearon mediadores para llevar a cabo conversaciones con la Generalitat o ETA, respectivamente.
Estamos en tiempo de próximas elecciones, todo vale para ganar votos. Para Casado, sin perder la sonrisa, atacando a Pedro Sánchez, al que ha acusado de traición, felonía, deslealtad, incompetencia;y de ser un presidente deslegitimado, siendo responsable y cómplice;de quienes están atacando a la unidad de España. Mientras que Albert Rivera, quiere «crear un frente cívico amplio» para que «se vaya Sánchez» e impedirle que ponga en marcha el diálogo que pretende entre los partidos catalanes para buscar una solución al problema territorial. Está claro que no quieren soluciones, solo agitar la calle, las tres derechas explotan el mismo polo de atracción: la identitaria. El que ha producido el conflicto catalán, una sensación de amenaza en los ciudadanos, una sensación de que España se rompe y eso será lo que les hará triunfar en las próximas elecciones a la derecha. Y, colorín, colorado este cuento se habrá acabado…
La política del odio cuando empieza, no tiene fín. Los ataques y agresiones se convierten en un problema estructural de la sociedad. No podemos restar importancia a este tipo de ataques, que se basan en la toxicidad y el acoso, no en la libertad de expresión. Nos hemos acostumbrado al acoso digital en Facebook,Twitter u otras redes sociales. Solo faltaba para acrecentar el odio y separar a la sociedad, declaraciones como las de Pablo Casado que vuelve a insultar a Pedro Sánchez, ahora por la figura del relator en la mesa de partidos catalanes.
Casado es el insulto a la inteligencia, recurriendo al odio y al miedo para intentar movilizar a sus partidarios. Rivera tiene una buena capacidad de oratoria y quiere ser una alternativa al PP, pero acercándose a un discurso de derechas.Y,Pedro Sánchez es la improvisación. La decisión de contar con un «relator», ha provocado incredulidad y la falta de un discurso convincente,
junto con problemas de comunicación. Después de tanto ruido mediático, la figura del relator ya no importa, porque se congela el dialogo entre Moncloa y los independentistas.
Pero, a la derecha le da igual, el relator es simplemente una excusa para convocar la manifestación del próximo domingo en la Plaza de Colón en Madrid. Sus objetivos son: la unidad de España, pedir elecciones y echar a Sánchez, han preferido optar por la calle, a presentar una moción de censura aunque no tengan mayoría. Seguirán con el discurso de disfrazar los verdaderos problemas y designando enemigos, la política del odio continúa…