Un beso forzado que no vale un Mundial.

No tenía pensado hablar de la Copa Mundial Femenina de la Fifa, ni del triunfo de las jugadoras españolas. Pero, si quiero expresar mi repulsa al beso forzado de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, a la jugadora Jennifer Hermoso. Me da igual que sea hombre o mujer. Porque esta misma situación si hubiera sido en un torneo masculino y la que hubiera dado el beso fuera una mujer con un alto cargo en la federación a uno de los jugadores, sería igual de inapropiado. Hablamos además de guardar un comportamiento, sobre todo de igualdad y de respeto. Porque besar a la fuerza es violencia sexual, porque incluye acoso y abuso sexual, porque Rubiales abraza a Jennifer Hermoso, la coge de la cabeza de una manera poco adecuada y la fuerza a darle un beso en la boca, sin consentimiento por su parte.

La responsabilidad del presidente de la Real Federación Española de Fútbol, es la representación, guardando toda la compostura, ante millones de televidentes y hacía las deportistas. Además, de asumir la responsabilidad de proteger y salvaguardar a unas futbolistas que tienen que sufrir habitualmente el sexismo practicando el fútbol femenino, tanto por agresiones sexuales, burlas y dificultades para tener unas condiciones dignas e iguales que los hombres. La alegría y la celebración no son motivos de justificación de un comportamiento indigno. Un beso forzado que no vale un Mundial, que lo empaña, que recuerda el machismo y las agresiones sexuales que sufren las mujeres en el deporte y en la sociedad. La selección española es campeona mundial de fútbol, pero tiene un presidente de la Real Federación Española de Fútbol, que debería presentar su dimisión o destituirle de su puesto. No debería estar  ni un minuto más en su puesto y por supuesto, menos en la celebración del triunfo de las jugadoras a su llegada a Madrid.

Porque aparte del beso forzado a Jennifer Hermoso, anteriormente le dió un beso en la mejilla a Olga Carmona cuando hablaba ante las cámaras de televisión. Un gesto de acoso a la futbolista, que sufren también periodistas deportivas y las reporteras cuando realizan su trabajo en directo y no pueden reaccionar. El cuerpo de las mujeres no es propiedad de los hombres y dar un beso sin consentimiento es algo que pasa habitualmente. Por desgracia, el acoso machista no tiene límites, ni lugares, ni personas. A Rubiales le parece gracioso besar a una mujer sin su consentimiento, sin haber obtenido previamente su permiso. Nadie debería pasar por momentos tan molestos, invasivos e incómodos en un momento de celebración ni en cualquier otro. Es una vergüenza para todos como sociedad y como país, y por desgracia aún hay muchos que lo celebran y lo justifican. Que nunca vuelva a pasar.¡Dimisión Rubiales!

Esta entrada tiene un comentario

  1. Andrés Marco Lou

    Jennifer Hermoso por su condición de ser mujer, ha sufrido violencia de género y lo que debe hacer es denunciar en los juzgados a Luis Rubiales. No debe tener miedo respecto del agresor, ni pensar en su reacción, ni la incomprensión de algunos, ni la reacción de los medios informativos y redes sociales. El acto de denunciar es mucho más que poner de manifiesto la violencia que se está sufriendo, es no ayudar a la normalización de la violencia, de actitudes posesivas y controladoras de los hombres sobre las mujeres. Denunciar es ayudar a todas esas mujeres maltratadas y asesinadas que no denunciaron por miedo. Jennifer está en la cima de la fama, como campeona mundial de fútbol, y debe aprovechar su influencia para denunciar el machismo.

    Existen pruebas de dicha agresión, que millones de telespectadores han podido ver en directo. Aquí no hay posibilidad de cuestionar a la víctima, ni de no creer en su relato, ni de poner en duda la actitud de la misma, ni de sentirse culpabilizada por el machismo existente en la sociedad. Jennifer Hermoso debe defender los derechos de las mujeres víctimas de la violencia de género y el suyo propio, dando paso a la denuncia que sirva para que, por fin, las mujeres se sientan seguras y capaces de denunciar a sus agresores. No sientas vergüenza a reconocer lo que ha pasado y has tolerado y la estigmatización que esto pueda suponer. Cuando una persona obliga a otra a llevar a cabo una determinada conducta sexual que no quiere, hay que denunciarlo.

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