La igualdad de la mujer no es una realidad.

Hoy 8 de marzo es el Día de la Mujer, pero el día de la mujer no es una celebración, conmemora todas esas injusticias cometidas contra las mujeres y la reivindicación permanente de seguir luchando por sus derechos y conseguir la igualdad con los hombres: mismos derechos, mismas obligaciones. En 1975, la asamblea general de la ONU declaró oficialmente el 8 de marzo Día Internacional de la Mujer, hoy solo se habla de las mujeres pero mañana muchas cosas por desgracia se habrán olvidado y las mujeres seguirán discriminadas social, laboral, económica y legalmente. La violencia de género, el retroceso que han sufrido las mujeres en general por culpa de la crisis  y la falta de cambio de mentalidad por parte de la sociedad les crea mayor vulnerabilidad y desigualdad.

Yo nunca he sido partidario de días especificos de nada, porque lo importante no es un día es el resto de días del año. porque si la igualdad fuera una realidad no haría falta un día para reivindicarla. Los avances logrados en materia de género en el llamado primer mundo, son importantes pero son insuficientes. Pero es sorprendente las injusticias que día a día se cometen contra las mujeres en el tercer mundo, en que se violan los derechos humanos y las mujeres son sometidas a tratos inhumanos y degradantes que atentan contra sus derechos más básicos.

Las mujeres siempre parten de más abajo, de más atrás, con más impedimentos y con peores condiciones. Es injusto, pero es la cruda realidad que la igualdad de la mujer con el hombre está aún lejos. Tenemos mucho trabajo que hacer, muchas cosas que cambiar para vivir y trabajar juntos sin que existan desigualdades. Hemos de romper viejos y obsoletos esquemas, hemos de destruir los estereotipos que nos limitan, educar a nuestros hijos e hijas en la igualdad y construir una sociedad en que todos seamos iguales no solo ante la ley, sino ante los hechos díarios.

Los hombres somos culpables de dicha desigualdad: de los salarios inferiores a los nuestros; de no compartir las tareas del hogar; de no alcanzar una conciliación de la vida personal, familiar y laboral; de nuestros comportamientos y lenguaje machistas; del acoso sexual y acoso por razón de sexo; de lastrar su realización personal y profesional por la maternidad. La discriminación de la mujer tiene unos responsables que somos nosotros los hombres y la concepción antigua de una sociedad machista que le cuesta cambiar. Yo creo en la utopía y creo que la igualdad es posible, porque yo soy como tú y tú eres como yo. Por la igualdad y no por la vergüenza de tener un Día de la Mujer para recordar que dicha igualdad no existe, ni se le espera.

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