República Catalana.

El Parlament catalán ha aprobado hoy, con voto secreto de los diputados, por 70 votos a favor, 10 en contra y 2 en blanco, el inicio del proceso constituyente de la República Catalana: «Constituimos la República Catalana, como estado independiente y soberano, de derecho democrático y social», dice el preámbulo de la resolución. Una votación con el abandono del hemiciclo de Ciudadanos (Cs), PSC, PPC.

La República Catalana, un juego de ficción o realidad, de ensoñación y de engaño; una República Catalana con mucho carácter político y muy poco jurídico. Donde se ha construido una realidad a la medida de unos  intereses soberanistas: una república catalana independiente y próspera, sin la supuesta opresión española. Muchos catalanes estaban esperando esta noticia: Catalunya independiente. Una independencia de escasas horas hasta las medidas aplicadas con el 155, por el gobierno español. Porque la independencia no era posible, solo podía ser por consenso, por agónico que éste pueda ser, o por la fuerza. El discurso soberanista ha engañado con verdades a medias a millones de catalanes que han creído en esta arcadia imposible.

La posibilidad de una supuesta convocatoria de elecciones anticipadas por parte del President de la Generalitat, que la descartó por no recibir «garantías» de que el Gobierno aplicaría el 155 y no obtener el «compromiso» del Gobierno para poner en libertad a los líderes de Òmnium y la ANC y retirar el despliegue policial en Catalunya. Era la última posibilidad de no perder todo lo conseguido durante estos últimos años, antes de que se aprobará el 155 en el Senado y Rajoy haya disuelto el Parlament; el cese de Puigdemont y Junqueras; la destitución de todos los consellers… Unas duras medidas, para intentar que todo vuelva a la normalidad, atenuadas con una fecha próxima de próximas elecciones: el 21 de diciembre.

Ahora, queda una sociedad dividida, que estigmatiza a la otra verdad, que fomenta el odio y que limita lo que es una verdadera democracia. El independentismo ha perdido; la democracia no ha ganado con la aplicación del artículo 155; Catalunya ha malogrado sus conquistas y su autogobierno. El gran triunfador es el Estado de Derecho. Y, sobretodo Mariano Rajoy, que desvía el foco de atención de la corrupción en en el PP, en la trama Gürtel, por la crisis catalana. Asegurándose el respaldo y el voto de todos esos españoles que nunca han entendido que en Catalunya había un problema y que para ellos es más importante la unidad nacional que solucionarlo. Las elecciones no solucionarán el problema: la desafección, el odio y la separación seguirán estando aunque regrese el Estado de Derecho.

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