Trabajadores en paro, inmigrantes, indigentes, padres y madres de familia con trabajo que no les permite llegar a fin de mes, obligados a rebuscar entre los contenedores de basura para poder comer. Personas a las que nunca se les había pasado por la cabeza que acabarían rebuscando comida en la basura, personas necesitadas, que buscan porque tienen hambre.
Con los pretextos de tener la ciudad más limpia, evitar el robo indiscriminado de cartón, la rotura de contenedores y por motivos de salud pública: «Queda prohibido extraer o rebuscar residuos una vez depositados en los contenedores” con sanciones que pueden alcanzar los 750 euros, frente a los 300 de la norma anterior… Eso, es lo que dice la nueva ordenanza de limpieza pública y gestión de residuos del Ayuntamiento de Sevilla, que entra hoy en vigor.
La solución a la pobreza no consiste en tratar de ocultarla o de criminalizarla haciendo pagar multas por rebuscar en la basura, como se hace en Madrid, A Coruña y Sevilla. No podemos eliminar a los pobres, a los gitanos o a los inmigrantes de las calles; ellos no son vagos que no quieran trabajar o que rebusquen en los contenedores porque les gusta.
No se es pobre porque se quiere, el pobre no escoge la pobreza como forma de vida… Uno puede decidir ganarse la vida como político, abogado, carpintero e incluso ladrón, pero nadie escogería ser pobre. Las multas no ayudan a resolver este problema, sino que lo agravan y lo convierten en algo profundamente inhumano. Porque si no tienes para comer ¿ cómo podrás pagar una multa?
No podemos aceptar que 12 millones de personas vivan en situación de pobreza y exclusión en España, el pobre no es el único responsable de su situación y que las únicas soluciones sean el castigo o la beneficencia. La pobreza es una de las mayores injusticias de este mundo, porque se sabe qué políticas pueden erradicar la pobreza, pero los políticos que nos gobiernan no las aplican. La solución a la pobreza, debe comenzar fundamentalmente con formación, empleo y vivienda.
Recuerdo la novela social y costumbrista La busca de Pio Baroja, relatando la vida más cotidiana de las clases más desfavorecidas en Madrid, a finales del siglo XIX. Donde el hambre, la miseria económica y moral, retrata a los traperos que iban a la busca de las basuras para seleccionar lo que pudiera ser aprovechado. Han pasado más de 100 años, pero la sociedad parece que apenas ha cambiado… La pobreza y la injusticia siguen en nuestras calles.
La fuerte presión social hace que el Ayuntamiento de Sevilla modifique la nueva ordenanza de basuras que impone multas de hasta 750 euros a quien busque en los contenedores: las multas podrán ser sustituidas por atención social, los agentes de la autoridad, una vez que detecten la infracción, contactarán con los servicios sociales municipales para ofrecer apoyo y asistencia social a las personas afectadas.
Añade el consistorio sevillano que al ofrecer atención social se da «la oportunidad de que esas personas sean recuperadas socialmente», partiendo de la base que todas las personas que rebuscan en la basura están en un estado de «irrecuperabilidad social».
No tener dinero, te criminaliza y te convierte en irrecuperable social, supongo porque piensan algunos, que uno prefiere ir a buscar entre los contenedores a poder comprar en un supermercado o en una gran superficie. La crisis económica no es ninguna sorpresa, es una cruda realidad que ha dejado miles de víctimas colaterales en las calles y que debería plantear soluciones a combatir la miseria en una prioridad política ineludible. Las calles se convierten en baños ocasionales, el esparcimiento de basuras al lado de los contenedores, creando un problema estético y sanitario, pero lo más grave es que existe una miseria extrema que algunos no quieren ver.
No es un perfil de personas marginales, sin techo y con problemas mentales, son gente que algunos tienen incluso hasta un trabajo y que tienen que rebuscar entre los contenedores por necesidad. Es la constatación de la desigualdad social y de una miseria hiriente, que nos debería hacernos plantear muchas cosas, tanto a la sociedad, como a nuestros dirigentes…