La privacidad es un derecho de las personas, el artículo 18.1 de la Constitución Española determina que: «Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen». Independientemente de tu profesión, de tu papel en la sociedad está el respeto a tu intimidad, a todas esas cosas intimas y reservadas como puede ser las afinidades políticas, las creencias religiosas, las preferencias sexuales…, y a tu domicilio.
El ejercicio de la política requiere una serie de actitudes para poderla desempeñar: la credibilidad y la coherencia son imprescindibles. Pero,no se deberían nunca conjugar la privacidad con la coherencia y la credibilidad. Una cosa es la vida privada, las decisiones personales y otra cosa muy diferente es el conjunto de valores, posiciones y trayectoria de un político. La coherencia será lo que le hará verídico ante la gente y su parte ética constituirá su credibilidad.
Irene Montero y Pablo Iglesias anunciaron este sábado la convocatoria de una consulta entre los inscritos de Podemos, motivada por la compra de un chalet de más de 600.000 euros en Galapagar (Madrid), a donde quieren mudarse y donde tienen previsto criar a los gemelos que esperan para este otoño. El que una pareja decida comprarse un chalet, independientemente de su valor y que suscriban una hipoteca a 30 años, es un tema que corresponde únicamente a su privacidad y que está fuera de todo posible comentario. Si la Caja de Ingenieros les ha concedido la hipoteca, es porque suponen que la pareja Montero e Iglesias pueden pagarla y en caso contrario tendrán el mismo problema que cualquier ciudadano o ciudadana. No hay más tema.
Cosa muy diferente es que, Pablo Iglesias, actual secretario general de Podemos, ha criticado en frases, entrevistas y artículos a políticos con casas semejantes y ha terminado haciendo lo mismo. Porque Iglesias no puede tener un relato en Podemos sobre «la casta»; hacer un discurso frente a la clase política tradicional; hablar de la dicotomía entre «los de abajo» y «los de arriba»; hacer apología de la vida obrera y humilde. Porque los símbolos de Podemos han sido hasta ahora la gente normal y la austeridad. Si quieres representar a tus bases, tienes que ser lo más parecido a ellos, a los que te votan.
Pablo Iglesias no puede mezclar una cuestión personal con una cuestión política, pidiendo que las bases de Podemos refrenden su decisión o le pidan que dimita. No se puede hacer corresponsable al partido de una decisión personal. Podemos tiene un compromiso ético con los valores esenciales del partido: como la limitación de sueldos, no tener privilegios jurídicos, la renuncia de fondos de pensiones, no realizar gastos superfluos… A lo mejor, sería interesante plantear también el valor de la vivienda, incluso si debe ser de propiedad o alquiler, para los cargos de Podemos. Aunque, no tengo muy claro si eso es una intromisión a su privacidad.
Iglesias y Montero no pueden esperar a que las bases les pidan dimitir o que la participación sea escasa y dimitan. El tema es cuestión de conciencia. No hubieran tenido que buscar el refrendo de las bases, se han equivocado, era una decisión personal. Lo más ético es dimitir, porque ellos representan la ideología de Podemos, aunque quizás solo de un sector del electorado y los han defraudado. La política es un escenario donde todos son prescindibles, Podemos debe seguir adelante con otros que representen ideológicamente al electorado. Aunque eso signifique un triunfo de los partidos conservadores y de la caverna digital.
A la pregunta ¿Consideras que Pablo Iglesias e Irene Montero deben seguir al frente de la secretaría general de Podemos y de la portavocía parlamentaria? Después de la consulta a las bases de Podemos, que ha tenido lugar durante toda esta semana. 128.300 suscriptores (el 68,42%) han avalado la continuidad de Iglesias y Montero en sus cargos institucionales y de partido, frente a 59.224 suscriptores (31,58%), que han votado a favor de la dimisión de ambos dirigentes. Iglesias ha confirmado que tanto él como Montero se mantendrán en sus cargos, pero el resultado dice que uno de cada tres no quieren que Iglesias y Montero continúen, que la operación inmobiliaria supone una incoherencia con el discurso que mantienen y los postulados que defiende Podemos.