Política xenófoba de los Estados.

Las crisis económica, las guerras, las olas migratorias sirven como excusa para que los Estados tengan una política xenófoba y el surgimiento de grupos de ultraderecha. Con el peligro de que crezca el discurso xenófobo y racista tanto en la sociedad civil como por parte de las instituciones. La situación migratoria en Europa es cada día más preocupante, las aguas del Mediterráneo se han convertido en una barrera, además de un cementerio para miles de personas. Donde solo con la ayuda de barcos de diferentes ONG, que realizan operaciones de rescate de migrantes en aguas mediterráneas no hay suficiente. Mucho más, cuando muchos países europeos toman la decisión de rechazar a los migrantes, dejando a seres humanos sin comida, sin atención médica y en el medio de una crisis política internacional.

Se abre el debate entre países de la Unión Europea y sobre todo de algunos gobiernos, que buscan endurecer las políticas migratorias, contrarios a la acogida de refugiados y con marcado discurso xenófobo. Por ejemplo, en Italia, donde comenzó la gran crisis política del Aquarius y la actitud e Matteo Salvini, el Ministro del Interior italiano y líder del partido xenófobo “La Liga Norte”en 2018. Ahora, con el gobierno de la ultraderecha de Giorgia Meloni, el Consejo de Ministros de Italia ha declarado «el estado de emergencia nacional migratorio» durante los próximos seis meses, una medida que «permite derogar algunas normas del ordenamiento vigente», porque «existe el riesgo de enviar el sistema al colapso si continúa este ritmo de llegadas», potenciando las expulsiones de migrantes. Leyes de una política xenófoba que van contra las reglas internacionales, pero donde la Unión Europea no hace nada para impedir dichas medidas.

El endurecimiento de las políticas migratorias es un consenso europeo que abarca desde la extrema derecha hasta los mal llamados progresistas. Pasó en Grecia, donde el gobierno de Syriza mantuvo la política de fronteras blindadas en la gran crisis migratoria de 2015, que se cerró con la subvención europea de campos de concentración en Turquía. En España donde en defensa de una supuesta soberanía, se producen devoluciones en caliente o la reciente masacre de Melilla, el el 24 de junio de 2022, donde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, calificó el intento de salto de la valla como un «ataque a la integridad territorial» de España, con 40 muertes confirmadas y otras 77 personas en paradero desconocido. Y, donde el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, habló de una «actuación proporcionada y oportuna» y mostró su satisfacción por no tener que «lamentar ningún hecho trágico, ninguna pérdida de vidas humanas en territorio nacional». Donde Marruecos mira para otro lado, a pesar de permitir la entrada masiva de inmigrantes y lo utiliza como moneda de cambio, para seguir con la política xenófoba.

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