Pensar diferente no es un delito

diferentePensar diferente no es un delito, es un derecho y un privilegio que tenemos los seres humanos. Pensar diferente conlleva respeto, respeto a los que piensan diferente a nosotros. En el Artículo 19, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice: «Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión».

Todo el que piensa diferente no es un delincuente ni debe ir a la cárcel por sus ideas. Estoy seguro de que no todas mis cosas, son del agrado de las demás personas, pero tampoco lo que hacen o dicen algunos son de mi agrado. Pienso, que el expresar mi opinión con respeto, independientemente de que la otra parte no la comparta, debería crear un entorno de debate, discusión e incluso de acuerdo. Los razonamientos, el debate, nos permite conocer a la gente que piensa diferente, enriquecer nuestra forma de ver las cosas y de tomar decisiones. En todos los temas hay matices, diferentes formas de ver las cosas y sobre todo de tomar decisiones. Ser diferente, es no pensar igual. Pero, por no pensar igual, por no compartir la opinión de los demás no podemos ser rechazados o apartados. Pensemos que si cambiáramos todo, surgiría otro orden con el que algunos estarían de acuerdo y otros en desacuerdo.

En este país que vivimos, ser diferente tiene que ver con ser generoso o egoísta, con ser solidario o insolidario, con ser tolerantes o intolerantes. Me gusta pensar como aprendiz de utopía, creer en lo diferente, en hacer algo por el cambio, por intentar arreglar las cosas e intentar entendernos. No es cuestión solo de ser diferentes, sino de hacer cosas, de no caer en la involución. Para que el pensamiento único, no sea el único pensamiento. Hemos de entender lo diferente, como un ejercicio de democracia, como un ejercicio de libertad de expresión, como una fórmula contra el sectarismo y el dogmatismo. Una democracia capaz de integrar, de reinventarse a través de lo diferente. Porque, pensar diferente no es un delito, es un derecho y un privilegio que tenemos los seres humanos

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