El derecho a las armas, en cuestión.

En Estados Unidos el derecho a las armas, lo recoge la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense, es parte de la llamada Carta de Derechos aprobada el 15 de diciembre de 1791, que dice literalmente: «Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas». La polémica sobre cómo interpretar esta frase se ha prolongado durante años, pero dicho derecho a poseer y portar armas prevalece sobre cualquier ley estatal o local que pudiera limitarlo. Es el respaldo legal de los estadounidenses para defenderse por sí mismos, que está profundamente enraizado con su concepto de libertad individual, una manera de concebir su vida con una pistola al lado para protegerse a ellos o a su familia. Un derecho que es objeto permanente de debate, sobre todo cuando hay matanzas como la de ayer, en la que un joven de 18 años mató a 19 niños y dos profesoras en un tiroteo en una escuela de Texas.

Un derecho fuertemente politizado y un triunfo del lobbying que hay detrás de la Asociación Nacional del Rifle estadounidense y de la industria armamentística. Una Segunda Enmienda que otorga a los ciudadanos la prerrogativa de llevar armas para uso privado, incluida la defensa propia y que convierte a EEUU en el país con más alto porcentaje de civiles que portan o pueden portar armas. Donde una persona mayor de edad, puede comprar un arma de asalto para autodefensa o para hacer una matanza. Donde un sector de la población desea un control más estricto sobre la venta, posesión y uso de las armas, otro más amplio lo rechaza. El derecho a protegerse por parte de los ciudadanos está muy por encima, del supuesto riesgo a que se produzca una matanza como la de ayer en Texas. Un país donde hay más armas que personas.

Dicen muchos partidarios de las armas que: «las armas no matan, los que matan son las personas tras las armas».  Pero, mientras esté permitida la compra y tenencia de armas y no esté reglamentado su uso y control para comprar y tener armas, estamos todos en riesgo. Porque cualquier personaje inestable o lleno de odio, puede comprar una pistola y tener el impulso irracional de matar. Quien compra una arma de asalto, armamento diseñado para eliminar a un gran número de personas de la manera más eficiente posible, para su defensa personal es un peligro para la sociedad. No es solo el peligro de vender armas, sino falta de regulación de algunas en concreto. No creo que sea un ataque a la Segunda Enmienda, es una manera de prevenir una nueva matanza. No basta con que las armas no estén al alcance de los criminales, narcotraficantes y terroristas, no se puede defender la libertad individual con poseer y portar armas todo el mundo.

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  1. De las armas solo existe una certeza, sirven para matar. Pero, no matan como un vehículo en un accidente de tráfico. No matan como en el ejercicio de una actividad de riesgo. Las armas no matan como una enfermedad, como el paso de los años o la falta de medidas de prevención. Las armas sirven solo para matar, aunque algunos defensores piensen que sirven también para defenderse. Ni siquiera el uso de las armas se puede entender para una supuesta acción legítima, como pueda ser la autodefensa.

    Las armas y su irrupción en la historia es un punto negro en el desarrollo de la civilización humana. Las guerras sin armas, quizás no serían guerras. El ser humano ha inventado las guerras para enfrentarse a un enemigo, han creado ejércitos con las balas más letales, las bombas más destructivas, los tanques, los aviones, los submarinos, los portaaviones y las armas nucleares solo con el único objetivo de matar. Después existe la excusa de la autoprotección, de la defensa legítima, de defender unas fronteras. Pero, el único resultado palpable de las armas son la muerte y la destrucción.

    Las armas amenazan el derecho más fundamental del ser humano, el derecho a la vida. La violencia con armas de fuego la vivimos en guerras, en el terrorismo. Afectan a la vida de las personas en todo el mundo y causa la muerte. Donde los estados deberían tener una estricta regulación de las armas de fuego para intentar reducir el peligro que comportan las armas. Nuestros derechos humanos no están protegidos si nuestros gobernantes permiten el uso de las armas. No es solo un tema de la Segunda Enmienda en Estados Unidos, las armas no deberían existir y por lo tanto su uso.

    Creo en el pacifismo. En que la diferencia entre agresor y el que quiere defenderse, entre el asesino y la víctima, no se debe solucionar con el uso de las armas. Ni a nivel personal, ni de los Estados. Poner un arma en las manos de una persona solo sirve para matar, aunque sea en legítima defensa. No es posible educar en el uso de las armas, porque las armas las carga el diablo y su resultado es siempre irremediable. No sirve para nada llorar después de una matanza o de una guerra. Las armas no deberían de existir. Pero, como solución menos mala, que las tengan el menor número de personas y siempre para garantizar la seguridad de los ciudadanos, la prevención y persecución del delito y lo que señale la ley.

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