Nada puede frenar a un inmigrante cuándo inicia su viaje, pero que no sabe cuándo terminará. Después de viajar miles de kilómetros por tierra desde sus países de origen hasta alcanzar algún puerto en las costas del norte de África, se lanzan a atravesar el Mediterráneo con el deseo de conseguir la libertad y una mejor vida en Europa, que acaba en muchos casos con su muerte o con el rechazo por parte de Europa. Las cifras de los muertos y desaparecidos en el mar podrían equiparse a cualquier guerra convencional, una guerra sin armas pero igual de cruel e injusta.
Ayer, cerca de 400 personas podrían haber perdido la vida en el naufragio de una barcaza, según Save the Children , antes de llegar a las costas del sur de Italia. La embarcación supuestamente se hundió 24 horas después de partir desde Libia. La Guardia Costera italiana ha rescatado desde el pasado viernes a unos 8.500 inmigrantes que intentaban llegar por mar a las costas de Europa, según ACNUR y por su parte, Save the Children ha explicado que, entre el 11 y el 13 de abril, han llegado más de 5.100 inmigrantes en 18 pateras. De confirmarse, se trataría de una de las peores tragedia en aguas del Mediterráneo desde el naufragio de una embarcación cerca de Lampedusa en 2013.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) manifiestan que al menos 218.000 inmigrantes y refugiados cruzaron el Mediterráneo en bote el año pasado. De ellos, unos 3.500 murieron en la travesía. Entre 2000 y 2013, más de 23.000 personas perdieron la vida mientras intentaban alcanzar el viejo continente, lo que supone una media de más de 1.700 fallecimientos documentados cada año. En total, alrededor de 26.000 muertos en 14 años. Las cifras reales, no se conocerán nunca, ya que muchos cuerpos se los traga el mar y cuando los cuerpos se quedan al otro lado de la valla o en el mar, simplemente dejan de existir para las estadísticas.
Nada frena a la inmigración, son personas que tienen historias y orígenes diferentes, unos huyen del hambre, de la guerra, de la desigualdad, de la opresión y la persecución política, pero todos tienen un deseo común: conseguir una mejor vida en Europa. Detrás, dejan el mercadeo de las mafias que son los responsables de la muerte de cientos de inmigrantes africanos enviados al mar en embarcaciones no aptas para navegar.
Y, si llegan vivos a Europa buscando seguridad y un trabajo, Europa aprobó el 16 de octubre de 2008 y por unanimidad el Pacto Europeo sobre la Inmigración y Asilo, que busca limitar la inmigración a las necesidades del mercado laboral. Pero, les ofrecemos muy pocas posibilidades, por no decir nada, tan pocas como vender pañuelos en un semáforo de una gran ciudad o simplemente morirse de hambre, sin poder volver a sus países de origen, sin dinero y sin esperanza.
Ayer domingo, un pesquero libio con más de 700 inmigrantes que procedían de Libia, ha naufragado tras volcar. Se teme que la mayoría hayan muerto ahogados. Hoy, una embarcación con más de 300 personas a bordo estaría en peligro de naufragar en el Mar Mediterráneo, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), ha precisado que ya hay 20 muertos. Se añaden a los 400 del pasado fin de semana y a los 40 del miércoles que, añadidos a los ahogados desde comienzos del año, alcanzan la cifra de 1.500 difuntos. Hace falta hacer algo, la situación ha desbordado las capacidades disponibles, hace falta más recursos, más dinero. Hay que buscar una solución a la pobreza, a la intolerancia y al odio religioso que son la causa de esta emigración. ¿Nos quedaremos sentados, mientras el Mediterráneo se llena de muertos?