Muertos anónimos.

Cuando se acaba un año, se hace balance del periodo que termina y se planean los objetivos y actividades para el año entrante. Quiero acordarme este fin de año, de todos los muertos anónimos: los muertos en las guerras de Ucrania y Oriente Medio; los inmigrantes fallecidos que abandonaron sus casas para buscar algo mejor y no lo consiguieron; los que murieron de hambre; los que han fallecido en campos de refugiados. A todos los que no han sido noticia, a todas las víctimas de la violencia machista, de la persecución política, de todas las formas de intolerancia y discriminación contrarias al respeto de los derechos humanos. Y, que seguirán muriendo, por desgracia, a lo largo del 2025, ante la indiferencia de todos.

Un año nuevo está por comenzar. ¿ Qué ha pasado en el mundo en estos trescientos sesenta y seis días de 2024 ? Guerras, migraciones, pobreza, desigualdad, intolerancia, muertes, heridos, desplazados, destrucción… ¿ Qué dijimos, qué pensamos la noche del 31 de diciembre pasado ? ¿ Qué pasó con aquellos deseos vehementes de ser mejores como seres humanos, al terminar de oír las doce campanadas ? No ha cambiado nada en el mundo: hay más millonarios, más pobres, más migrantes, más desplazados, más muertos anónimos… Lo único que realmente nos importa es la búsqueda del placer y el goce en todo sentido, somos hedonistas, individualistas y muy egoístas. Nos preocupa nuestra economía, lo que podemos comprar, si volveremos al gimnasio, si retomaremos las clases de inglés o simplemente ver la nueva serie en la plataforma de streaming. Ya no nos escandalizamos con un mundo lleno de injusticias: niños muertos, agredidos y hambrientos; mujeres asesinadas; pobreza; actitudes, prejuicios o conductas que rechazan y excluyen, que desprecian a otras personas. No tardamos nada en acostumbrarnos en que las cosas malas no nos afecten, vivimos con la coraza de la indiferencia y el desden hacía lo que no nos atañe en lo cercano y lo personal.

Este domingo en Sevilla, un escenario de ensueño, lleno de tradición, alegría navideña, mucha gente y mucho consumismo, como en tantas ciudades de España y el mundo, un mantero ha muerto al tirarse al río, mientras la policía le perseguía por trabajar. Se llamaba Mahmoud Bakhum de 43 años, tiene su mujer y sus hijos en Senegal, era mantero, vendía productos en su manta, un fenómeno que se visualiza como “normal” en muchas ciudades de nuestro país, que se puede resumir en la existencia de decenas de personas inmigrantes que con sus mantas desplegadas y cientos de productos falsos, venden en la vía pública, pero eso es en teoría ilegal. Los manteros defraudan a los legítimos titulares de las marcas que venden, porque son copias falsas; hacen competencia desleal sistemática contra los comerciantes que cumplen la normativa y además su venta ambulante no está regulada. Mahmoud Bakhum estaba vendiendo en su manta, estaba trabajando, los agentes de la policía municipal hicieron cumplir las ordenanzas municipales, Mahmoud salió corriendo, los agentes comenzaron a perseguir al mantero, asustado por la persecución, se precipitó al río Guadalquivir y murió ahogado.

Mahmoud era uno de esos vendedores anónimos, unos manteros que vemos en nuestras calles y ahora es uno de esos muertos anónimos que pudo morir en una patera, pero que ha muerto perseguido por unos policías municipales por realizar venta ambulante sin licencia. La venta ambulante está tipificada como delito en el Código Penal desde 2015, cuando los manteros son interceptados por agentes policiales, aparte del decomisado del material y pago de la multa, pueden abrirles expedientes por la vía penal, lo que, si acaba en condena, lo que implica que los manteros puedan ser detenidos y con antecedentes penales, se dificulta que puedan tener los papeles. Mahmoud solo podía correr para que no le cogieran. La venta de los manteros es ilegal, pero qué opciones tienen los inmigrantes: ¿ vender ilegalmente, robar o morirse de hambre ?

La realidad de muchas personas anónimas que venden en nuestras calles, es que se encuentran en España de forma irregular, bien por que nunca han podido acceder a un permiso de residencia, a un trabajo legal en nuestro país,  establecer su propio negocio o contar con medios económicos propios, lo que les obliga a estar de forma irregular. Mahmoud era una persona que vino a Europa no a delinquir, vino a sobrevivir. Son las leyes, las que deben ayudar a estas personas, porque necesitan poder demostrar la existencia de relaciones laborales para obtener los papeles. Persiguiendo manteros, no se soluciona el problema, simplemente se esconde una realidad que tenemos en nuestras calles.

No hay inmigrantes “ilegales”, porque se encuentren en una situación irregular, el mundo existe para todas las personas, independientemente de las fronteras y el país donde se encuentre una persona. Los Estados tienen obligaciones hacia a todas las personas bajo su jurisdicción, y todas ellas se les debe reconocer derechos fundamentales sin importar su estatus migratorio. Las leyes deben promover el acogimiento, la convivencia y no la persecución de seres humanos. La muerte de Mahmud es resultado de ejecutar la normativa de inmigración:  procesos administrativos, falta de protección y garantías procesales, violando su derecho al reconocimiento como ser humano y como sujeto de derechos ante la ley. ¿ Cuántos muertos anónimos hace falta para cambiar la ley ?

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