El proceso soberanista en Catalunya ha despertado muchas pasiones que estaban dormidas y escondidas, provocando una reacción, un contraataque de todos esos fachas que ha estado durante estos años confundidos entre los votantes del Partido Popular.
Cuyo objetivo es recuperar parte del control social, su presencia en concentraciones y manifestaciones en contra de los independentistas catalanes y a favor de tiempos pasados.
Estamos en un salto atrás, en el que los ideólogos de esos movimientos están consiguiendo captar adeptos surgidos de la crisis, del desencanto y del descontento de amplias capas sociales con el objetivo de protegernos de los riesgos de una sociedad democrática y libre. Son los salvadores de la patria, esos fachas que juegan con los sentimientos y las pasiones, en contra de los nacionalismos, los partidos marxistas y populistas. En contra del europeísmo, de los migrantes, de la libertad sexual y nos proponen arreglar España con recetas antiguas, porque creen que es el momento de dar un cambio de situación, que hay que ser menos permisivos y que pueden estropearla más de lo que está.
Seguimos siendo el único país europeo que sigue honrando a un dictador y al fascismo, con miles de desaparecidos en las cunetas, con líderes fascistas enterrados en grandes mausoleos y aún discutiendo si el franquismo fue una dictadura. Existe un sector de españoles y españolas que aún se identifica, en mayor o medida, con ese dictador que fue Franco y con ese «tiempo de paz» que fue la dictadura.
Esos fachas que son votantes del Partido Popular y de Ciudadanos, pero que cada día están más descontentos y buscando un nuevo partido que les una. No quiere decir que estos partidos sean de ultraderecha, pero si tienen en sus bases, en sus simpatizantes y en sus votantes, muchos que comulgan con esas ideas. Hasta el momento, España no tiene ningún partido de ultraderecha en el Congreso, pero por desgracia solo hace falta esperar…