Los aranceles: el arma de Trump.

Los aranceles son impuestos a las importaciones. Una forma de ingreso para proteger a ciertos sectores de la competencia extranjera. Una forma sencilla de chantaje, de imponer fuertes tasas aduaneras, que en un abrir y cerrar de ojos puede pasar de la amenaza a la acción y de nuevo dejar sin efecto sus amenazas. Son el arma de Trump. Favoreciendo  las exportaciones y protegiendo las fronteras para limitar las importaciones. Un proteccionismo, que es realmente mercantilismo. En un comercio globalizado como el de hoy, Trump pretende que los fabricantes no deslocalicen sus fábricas, trasladándolas a otros países, para producir más barato. Creando la idea entre los norteamericanos que lo hace por razones económicas y de seguridad, para reequilibrar el comercio estadounidense.

Lo intentó en su primera legislatura en 2019, alegando que eran las empresas extranjeras las que pagan los aranceles, pero en realidad, depende de los mecanismos de ajuste de precios que utilizan los compradores y vendedores en respuesta a dichos tributos. Lo que implica que los sectores que compiten con las exportaciones pueden salir beneficiados, pero cuando Estados Unidos impone aranceles de forma unilateral generalmente sus socios comerciales hacen lo propio con carácter de represalia, lo que puede limitar la producción de exportaciones estadounidenses. Y, perjudicar a dichas industrias, sin olvidar que muchas veces son los consumidores norteamericanos pueden pagar mayores precios. Todo cambio implica que beneficiar a ciertos grupos, supone el  detrimento de otros.

El mercantilismo del gobierno de Trump con los aranceles, un arma que utiliza como postura negociadora, pero cuando se negocian acuerdos comerciales, todas las partes quieren obtener beneficios. Trump está convencido de que los impuestos a la importación son una herramienta para forzar concesiones en asuntos como la inmigración, para frenar la entrada al país de drogas como el fentanilo y también como una fuente de ingresos al déficit presupuestario del Gobierno. Cuando Trump proclama sus medidas radicales y osadas, solo les queda al resto de países renegociar, con el objetivo de que sean más moderados. El presidente Donald Trump ha anunciado este lunes que Estados Unidos impondrá aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio, lo que afectará también a la economía española. Cabe no olvidar, que en 2019 hubo aranceles para productos como el aceite de oliva, aceitunas, mantequilla, vino, quesos o carne de cerdo, además, de trabas a la entrada de frutas y hortalizas. La extrema derecha española defiende la política de aranceles de Trump y en contrapartida dice que defiende al campo español. Y, que el castigo a las exportaciones se extenderá a la Unión Europea.

El modelo mercantilista de Trump, en resumen es que exportaciones son “buenas” y las importaciones son “malas”. Estados Unidos comienza una guerra comercial con costos duraderos para los consumidores y para las empresas del resto del mundo. Lo que desconocemos son las ventajas que tendrá para el PIB norteamericano, para sus empresas, consumidores y si servirá para frenar las prácticas comerciales de su principal enemigo, que es China. Trump pretende con su política arancelaria proteger el mercado interno norteamericano, pero también hacer una lista de países alineados y antagonistas, de momento España está en el de no alineados con sus ideas. Recordemos que en la investidura de Donald Trump en el Capitolio de Washington, invitó a Santiago Abascal y a otros miembros de la ultraderecha europea, mientras que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, no recibió invitación alguna. «Dios los cría y ellos se juntan».

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