Convencidos, pero equivocados, hay votantes de la clase trabajadora que votan en contra de sus intereses, a partidos populistas y de extrema derecha. Cada vez en más países, también en Estados Unidos, donde Donald Trump ha ganado las elecciones presidenciales 2024 y será el nuevo presidente de Estados Unidos. El candidato republicano ha conseguido que su partido gane el voto popular por primera vez en 20 años, aparte de lograr también el voto electoral, que es el que determina ser el ganador de la presidencia. Más de 70,8 millones de votos frente a los casi 66 millones de la demócrata Kamala Harris. Mientras que en las elecciones de 2016 llegó a la Casa Blanca quedándose casi tres millones de votos por debajo que Hillary Clinton. Por lo tanto, la victoria es incuestionable.
Donald Trump será el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos, se convertirá en la persona de mayor edad en llegar a la Presidencia, cinco meses más mayor que Joe Biden cuando llegó al poder en 2021. Y, otro hecho inédito es que nunca un criminal convicto había ganado las elecciones presidenciales en Estados Unidos, por haber falsificado registros comerciales para comprar el silencio de la actriz porno Stormy Daniels durante la campaña electoral de 2016. Sin olvidar que Trump ha sido el primer expresidente en ser imputado penalmente, por varios casos, entre ellos el del asalto al Capitolio, el 6 de enero de 2021, donde hay de sobra evidencias de su relación y defendiendo a los asaltantes.
Está claro que como decía Ramón de Campoamor: «en este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira” y todo lo que se diga de Trump le ha importado muy poco a sus eventuales votantes. No les ha importado la credibilidad de Trump, como la cualidad de una persona que predispone a sus públicos a considerar verdaderos los mensajes y promesas que emite. Lo han considerado fiable y confían que su gestión favorecerá los intereses de personas blancas de clase media trabajadora. Le han votado lo más ricos, pero también los más pobres y menos educados, porque creen que los inmigrantes les pueden quitar el trabajo. Para muchos votantes republicanos no les gustaba que Kamala Harris hubiera sido la primera mujer presidenta y además mestiza.