La mayor inocentada que sufrimos en nuestra vida es el prejuicio de retrospectiva, el modo con el que percibimos la realidad, esas cosas que pasan en nuestra vida que las tendemos a distorsionar y a simular haciendo una falsa autocrítica. Hoy día de los Santos Inocentes, es el momento escogido por muchas personas para gastar bromas, conocidas como inocentadas. Como esas cosas que cuando ya han pasado, piensas que eran predecibles y que incluso sabemos el resultado antes de que ocurriera. Es el fenómeno de saberlo todo, pero cuando ya ha pasado. Cuando nos comunicamos con otras personas, tendemos a predecir los resultados y tener una memoria selectiva de lo que ha pasado.
El prejuicio de retrospectiva nos lleva a emitir juicios equivocados sobre cómo prevenir ciertas cosas que pasan en nuestras vidas, nos gusta decir frases como: «ya lo sabía», pero siempre cuando ya han sucedido, cuando sabemos lo que ha ocurrido. Nos gusta engañarnos de que sabemos las cosas con anterioridad, pero siempre o casi siempre nos equivocamos, pero después de haber pasado. Esa es la constante en nuestra vida, hacer cosas o dejar de hacerlas, y cuando comprobamos las consecuencias esgrimimos una falsa clarividencia. Es como decir, que lo gatos siempre caen de pie, porque después de tomar una decisión siempre tenemos la excusa de decir que ya lo sabíamos. Es la inocentada que nos persigue en nuestra vida, hablamos en presente intentando convencernos de las acciones que desconocíamos en el pasado. Es quizás, una forma de engañarnos o de conformarnos.
Los economistas y los políticos son los más dados a caer en dicha tendencia, a esgrimir una cierta perfección o superioridad, de que nunca se equivocan. Tienen tendencia a equivocarse radicalmente en sus valoraciones y predicciones, sin embargo siempre nos intentan convencer de todo lo contrario. Son expertos en engañar, en saber hoy en lo que se equivocaron ayer. Una inocentada que nos están haciendo a todos nosotros y que quizás mañana digamos, que ya lo sabíamos. De momento nos siguen tratando como tontos a todos, una inocentada demasiado pesada y aceptada.