El genocidio palestino.

El genocidio palestino en Gaza es un delito contra el derecho de las personas, donde Israel pretende la aniquilación intencional a nivel étnico, religioso, político y cultural. Aparte de la imposición de medidas que tienden a obstaculizar el desarrollo ordinario de la vida. El genocidio palestino consiste en el intento de exterminio del pueblo gazatí o parte de él, por una actitud etnocéntrica extrema de Israel. El máximo tribunal de la ONU, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya ordenó el viernes una serie de “medidas provisionales”, en respuesta a la petición que Sudáfrica presentó contra el genocidio de Israel al pueblo palestino.

Mientras Israel insiste en que está actuando en legítima defensa, poniendo de excusa el antisemitismo. El 7 de octubre de 2023, militantes de Hamás irrumpieron en Israel y mataron a 1.200 israelíes, llevándose también consigo 240 rehenes, de los cuales más de un centenar siguen secuestrados. Las «acciones desproporcionadas» del ejército israelí, demuestran la poca memoria histórica de Israel, cuando los judíos sufrieron el más atroz de los genocidios y ahora son ellos los que lo están perpetrando. Israel debería conservar la memoria, para  preservar su  identidad, para no olvidar de dónde vienen, quiénes son y cómo ha sido su evolución como pueblo. Porque, se supone que todo ese cúmulo de experiencias y de sucesos que conformaron su propia historia, que les debería impedir la masacre en contra de los palestinos.

Israel está incumpliendo con el derecho internacional, pero lo más grave es que la comunidad internacional no está haciendo nada para parar la presión de Israel. Las medidas provisionales de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la presentación de la denuncia sudafricana de genocidio, tienen el deber ineludible de cumplirse por parte de Israel, pero también de hacerse cumplir por parte las principales potencias como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y otros Estados de la UE. Estamos hablando, nada más y nada menos, de evitar un genocidio y de respetar el derecho internacional.

Han pasado 91 años, de aquel 31 de 1933, cuando llegó al poder Adolf Hitler, un monstruo que marcó la historia del siglo XX con su política anticomunista, antisemita y racista con la que justificó la persecución y el exterminio de los judíos. Ahora, Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel es el ejemplo del racismo, la homofobia y el extremismo, junto a sus socios ultraderechistas y ultraortodoxos del Poder Judío, Sionismo Religioso y Noam, abiertamente racistas antiárabes y homófobos con un historial de opresión y discriminación del pueblo palestino. Algún día la historia hablará del genocidio palestino y del respaldo que distintos países occidentales han mostrado a Israel, un corporativismo y un colaboracionismo que solo la historia pondrá en su sitio.

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