La reina Isabel II ha muerto, viva la república. Me atrevo a modificar esa consabida frase de «muerto el rey, viva el rey». Aunque respetando la decisión de los ciudadanos y ciudadanas del Reino Unido, de cambiar la monarquía parlamentaria británica que es no sólo la más antigua sino quizás una de las mejores consolidadas. Una monarquía asociada a su pasado colonial, que aún mantiene la lengua, la religión y una cierta unidad política alrededor de la corona británica, bajo la denominación de Commonwealth.
En una institución de carácter hereditario como es la monarquía, el príncipe llega a ser el rey, aunque tenga 73 años, como tiene el rey Carlos III. Un rey que ha llegado después de siete décadas de espera, hasta que ha fallecido su madre y por supuesto sin ser elegido por la ciudadanía, simplemente por una legitimidad basada en la tradición y en ser una monarquía parlamentaria, lo que le otorga una legitimidad legal indiscutible. Pero, no deja de ser un anacronismo, incluso inútil y cuando no contraproducente tener un jefe del Estado no elegido y votado por sus ciudadanos. Son aún muchos países que tienen sus monarquías parlamentarias, es decir, democracias, pero monarquías.
Durante los diez días de luto por la muerte de Isabel II, todos los medios de comunicación nos enseñarán una visión superflua, con toda la parafernalia: carrozas, coronas de flores, uniformes y grandes aglomeraciones de británicos que quieren despedir a su reina. Donde se quiere dar una imagen idílica de la monarquía, no solo en Reino Unido sino también en España. Quizás nos quieran convencer a los que no creemos en la monarquía y que preferimos un jefe del Estado escogido por votación.
La fortuna de la ya fallecida reina Isabel II, se sitúa entre los 500 y 600 millones de euros, por otro lado, el valor total de la familia real es de unos 82.000 millones de euros, una combinación de ingresos privados y públicos explica la riqueza de la familia real. La familia real británica tiene muchos seguidores, aparte de ser un atractivo turístico para Gran Bretaña. Quizás los setenta años de reinado de la reina Isabel II, han ayudado a la imagen de la monarquía. A pesar de los escándalos que han protagonizado dentro de la familia real británica: las infidelidades de Carlos III, como Príncipe de Gales en su matrimonio con la princesa Diana, la grabación de las llamadas entre el príncipe Carlos y Camila Parker, el fallecimiento de Diana, la agresión sexual del príncipe Andrés, la renuncia de Harry y Meghan como miembros de la realeza,etc. No han sido suficientes, para desear una república en Reino Unido por parte de los británicos. El futuro con un rey de 73 años, no deseado, quizás propiciará un futuro diferente a la monarquía.