No tengo miedo.

No tengo miedo, «no tinc por» (en catalán), de pasear por la calle, de ir a un restaurante, de asistir a un concierto, de acudir a un evento deportivo… No tengo miedo de hacer lo que me venga en gana, porque nada ni nadie me va a quitar mi libertad. Os equivocáis los terroristas, los intransigentes, esa minoría bárbara que quiere acabar con la libertad y la democracia. Con vuestra cobardía, queréis sembrar el miedo, pero no os saldréis con la vuestra. Nuestros valores se basan en la libertad, en la paz, en el respeto, en el diálogo y la democracia. Nos podéis matar, pero siempre habrá una sociedad que crea y luche por nuestros valores, el miedo no conseguirá que dejemos de ser quienes somos. No a la violencia en nombre de nadie, ni para nadie. ni por banderas, ni religión … No tengo miedo, ni voy a estigmatizar a más de 1.500 millones de personas que profesan el Islam, por vuestra culpa.

Las Ramblas de Barcelona son el paseo más entrañable de la capital catalana, en este escaso kilómetro y medio que unen la Plaza de Catalunya con el monumento a Colón, encontramos la fuente de Canaletas, kioscos de prensa, puestos de flores, restauración, comercios de proximidad de los de toda la vida, tiendas de turistas, el mercado de la Boquería, el Liceo y al final el mar. Pero, sobre todo gente, mucha gente paseando. Pasear por las Ramblas es una actividad obligada para cualquier turista que visita Barcelona, pero es una devoción para todos los que viven en Barcelona. Las Ramblas tienen un ritmo propio, un lugar donde pasar el rato viendo a los dibujantes, a las estatuas humanas, los músicos callejeros, tomar algo o simplemente ver a la gente que pasea.

Barcelona prescindió de colocar bolardos en Las Ramblas y optó por reforzar la vigilancia. Ahora, no es el momento de elucubraciones, porque ni se pueden poner bolardos en todos los sitios ni existe la seguridad total. Las Ramblas han sido el objetivo del terrorismo, para perpetrar un atropello masivo con una furgoneta, haciendo eses para causar el mayor daño, que ha atropellando a la multitud que transitaba provocando 13 muertes y causando más de un centenar de heridos. Europa ha sufrido en los últimos meses seis atentados por atropellos masivos, en Estocolmo, Niza, Berlín, Londres (2) y ahora en Barcelona. Un terrorismo low-cost, que mata y hiere a personas inocentes indiscriminadamente. Este atentado terrorista se ha convertido, en el segundo más mortífero en Barcelona tras el de Hipercor en 1987, que causó la muerte de 21 personas e hirió a 45.

Pocas horas después del atentado, Estado Islámico reivindicó a través de la agencia Amaq, la autoría de la acción. Todas las redes sociales, radios, televisiones, medios digitales comenzaron a dar noticias precipitadas, poco contrastadas, algunas equivocadas, bulos… Los Mossos d’Esquadra, han recorrido las tiendas, restaurantes y hoteles de la zona ordenando a los propietarios que cerraran las persianas y que nadie saliera a la calle, decenas de clientes se encerraron en el interior de los locales.

Detenciones de terroristas, muerte de cinco terroristas en Cambrils, aparente unidad institucional, dolor y muerte. La respuesta de la ciudadanía debe ser no quedarse en casa, seguir con su vida normal, homenajear a las victimas sin miedo, no caer en la islamofobia. Porque al igual que ETA mató en Barcelona, no eran los vascos los culpables. Ni ahora se puede atribuir esta matanza a los musulmanes. Son terroristas: ni ETA representaba a Euskadi ni estos terroristas representan al Islam.

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