Parecía que hasta la aparición de la extrema derecha en la política española, no había polémica sobre la violencia machista. Todos los partidos políticos, poderes del Estado y sociedad civil, tenían un compromiso firme para la erradicación de la violencia contra la mujer. Pero, parece que Vox está dispuesto a romper la unidad institucional, que requieren la unanimidad de todos, para aprobar condenas por el 25-N en ayuntamientos y comunidades autónomas.
La formación de ultra derecha se ha desmarcado de cualquier iniciativa común contra la eliminación de la violencia contra la mujer y también a no condenar los asesinatos de mujeres. Su objetivo llevar la contraria ante una evidencia e intentar crear polémica sobre mentiras como que «la violencia no tiene género», «el fracaso y la derogación de la Ley de Violencia de Género» porque la ley no funciona porque hay asesinadas o el introducir el término de «violencia intrafamiliar». Mantener dicha polémica parece que buscan un rédito político en el enfrentamiento.
Lo que está muy claro es que la ultra derecha busca gente que crea sus mentiras: machistas, intolerantes, reaccionarios, ultracatólicos que prefieren la desigualdad, la cultura de la dominación, del negacionismo, en contra del feminismo y en definitiva en contra de los Derechos Humanos. No les preocupa la erradicación de la violencia hacia las mujeres en todas sus formas y manifestaciones, ni la atención integral de las mujeres víctimas de maltrato, ni garantizar su seguridad y la de sus hijas e hijos. Apuestan por un silencio cómplice, por no creer en una sociedad verdaderamente democrática, donde las mujeres se sientan libres y seguras.
La ultra derecha de Vox, el Partido Popular y el partido Ciudadanos, por seguir manteniendo el poder en ayuntamientos y comunidades autónomas, están creando una polémica falsa y artificiosa, olvidando un compromiso ético, político y social a favor de la igualdad de la mujer y la erradicación, en todas sus formas de violencia contra la mujer. La violencia machista no es un invento de «feminazis», es una realidad de más de 1000 mujeres desde 2003, 52 mujeres asesinadas en este año. Y, también de un auge de violencia vicaria, la que utiliza la agresión a menores para dañar a sus madres, matando a niños y niñas.
Hay que contrarrestar las mentiras de la ultra derecha, con verdades, poniendo datos y cifras para la transparencia, respondiendo a las acusaciones de clientelismo, opacidad y chiringuitos ideologizados. Saliendo a la calle para defender a las mujeres, mejorando la educación, no votando a ciertos partidos políticos y teniendo todos los medios económicos y sociales para acabar con un odio generalizado de algunos, hacia las mujeres. Porque hay que tomar partido, perder el miedo para que tengamos una sociedad más justa…
Hay personas que respetamos a todos: sean de donde sean, piensen como piensen, sean hombres o mujeres, sean de distinta condición sexual, raza, país, religión, economía… Hay otros que solo se respetan a ellos y a los que consideran que son iguales. Son la eterna derecha, pero radicalizada. Nostálgicos de tiempos pasados, no creen en la democracia, pero la utilizan para colarse en las instituciones. Son los guardianes de la pureza y de la unidad de la patria, son los salvadores de todos nosotros o mejor dicho de la gente de bien, porque los demás somos podemitas, comunistas, bolivarianos y pecadores en general.
Ellos son los negacionistas, los solipsistas, los terraplanistas, los racistas, los machistas, los homófobos, los clasistas y también los mentirosos. Que basan todo en el dogmatismo y en que todos los que no pensamos igual, somos un peligro a extinguir. Lo que no les gusta, hay que ilegalizarlo o simplemente eliminarlo. Se olvidan del respeto y de sentir empatía por los que creen diferentes a ellos.
Buscan la involución, se convierten en los que marcan el guión ideológico de los demás, los que intentan destruir el consenso, todo lo que unía a los que pensaban diferente. Intentan atacar a todo y entre ellas a las mujeres, debilitan las Instituciones, ponen en duda a muchos indecisos, defraudados o nostálgicos. Se han convertido en un peligro, que sigue creciendo. Y, que son enemigos de las mujeres y de todos los diferentes, que se aprovechan de la difusión en los medios de comunicación y redes sociales para hacer ruido, generar discordia y buscar votos en una apocalipsis que solo ven ellos o que les interesa hacer ver, quizás para eliminar la democracia, porque no pueden eliminarnos a todos los demás…