La ley del más rico.

«La ley del más rico: gravar la riqueza extrema para acabar con la desigualdad» es el informe anual de Oxfam Intermón, con motivo del Foro Económico Mundial de Davos. Mientras las élites globales se reúnen en la lujosa estación de esquí suiza, estamos ante el mayor aumento de la desigualdad y la pobreza global desde la 2ª Guerra Mundial. El 1 % más rico monopolizó cerca del 70 % de la nueva riqueza generada en el mundo desde el 2020. Por cada dólar de nueva riqueza global que recibe una persona del 90 % más pobre de la humanidad, un milmillonario se embolsa 1,7 millones de dólares. La fortuna de los milmillonarios crece a un ritmo de 2700 millones de dólares diarios.

Al menos 1700 millones de trabajadoras y trabajadores viven en países donde el crecimiento de la inflación se sitúa por encima del de los salarios, y más de 820 millones de personas en todo el mundo (aproximadamente una de cada diez) pasan hambre. 

El informe «La ley del más rico» detalla que los ingresos de las élites más ricas coincide con la caída en los impuestos sobre la renta en aquellas personas que obtienen mayores ganancias. En los últimos 40 años, las tasas impositivas han disminuido, en promedio, 16 % y en algunos países incluso en más de 25 %. Oxfam propone aplicar a multimillonarios un impuesto de hasta 5 % sobre su riqueza.

Los países más pobres del mundo destinan cuatro veces más ingresos al pago de la deuda que al gasto en salud pública o educación, lo que aumenta la desigualdad. El año pasado las empresas de alimentos duplicaron sus ingresos con ganancias aproximadas a los 257 mil millones de dólares.

En España, uno de cada cuatro euros está en manos de solo el 1% de la población. Desde 2020, el valor conjunto de la riqueza de los milmillonarios españoles ha aumentado en casi 3000 millones de dólares, lo que equivale a un aumento de aproximadamente 3 millones de dólares al día. Si en 2008 el 1% más rico concentraba el 15,3% de la riqueza neta total, en 2021 esta cifra aumentaba al 23,1%, según los datos del banco Credit Suisse.

En 2021, las empresas del IBEX 35 obtuvieron ya un 63% más de beneficios que en 2019, en 2022, las grandes compañías anunciaron resultados del tercer trimestre un 30% superiores a los del mismo periodo del año anterior. Los beneficios empresariales son los principales responsables del alza de los precios, generando enormes ganancias para gran parte de esta élite económica.

Vivimos en un mundo donde el aumento de la pobreza constata el fracaso del sistema económico capitalista que no responde a las necesidades del conjunto de la humanidad. Es necesario construir un mundo más justo, que permita redistribuir mejor la riqueza y combatir la desigualdad. Se ha de plantear nuevos modelos económicos, sociales y políticos para combatir la desigualdad, son los gobiernos los que deben de aplicar una política fiscal para proteger al conjunto de la población. No pueden pagar la crisis, siempre los mismos. Se ha de plantear un proyecto para el conjunto, gravando la riqueza extrema de unos pocos para acabar con la desigualdad de muchos…

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  1. Andrés Marco Lou

    Después de una crisis sanitaria y económica a nivel mundial, el aumento de millonarios es una realidad. Estamos en manos de unos, que niegan derechos sociales, económicos y laborales a millones de personas, para ampliar sus fortunas y que son los responsables de la devastadora explotación de la naturaleza y de su contaminación progresiva.

    Que mientras su fortuna sigue creciendo, pagan lo menos posible en impuestos, con prácticas desde los paraísos fiscales, las offshore, los testaferros o las Sicav, beneficiándose de una ingeniería fiscal para no pagar impuestos. Y, llorando, porque los ricos también lloran y se quejan de perder beneficios.

    Mientras, existen millones de personas con falta de recursos para disfrutar de una calidad de vida mínima y una deficiencia de medios para lograr la calidad de vida deseada. Son los pobres, más de 820 millones de personas en el planeta que padecen hambre y una cantidad sin concretar de familias que no llegan a satisfacer sus necesidades más perentorias, a lo que se añade unos niveles de precariedad social y económica de millones de personas en todo el mundo.

    Múltiples indicadores que nos dan cuenta de la profundidad de la crisis, la falta de acceso a derechos como la vivienda, los alimentos, la energía o internet, con empleos precarios y sueldos indignos, Sin olvidar a las mujeres, las personas racializadas, discapacitados e inmigrantes que aún sufren más la crisis. Un mundo desigual que es el resultado de un sistema injusto, que prioriza el beneficio de unos pocos frente al bienestar de la mayoría de la población mundial.

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