Cuando las distintas posiciones de izquierda no saben priorizar el espacio común viene la desunión, Podemos abandona el grupo parlamentario de Sumar y se integrará en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados. Cuando no se prioriza limar las diferencias, cuando los partidos luchan por la primacía de su espacio electoral, cuando cada partido pretende conseguir sus objetivos que son diferentes, cuando se da importancia a un ministerio, cuando nunca han sido realmente un solo partido, llega la escisión de Sumar y Podemos. Una forma de unir fue Sumar, un proyecto de izquierda, sin militancia propia, donde ha primado la coralidad de muchos partidos, llevada en brazos por IU y los comunes y por otros partidos como Más País, Más Madrid o Compromís. Mientras Podemos quedó aislado en el proceso de reconfiguración de la izquierda alternativa y además dividido, dando su apoyo en el último momento.
Sumar quiso ser un movimiento para reunir a partidos, movimientos sociales y ciudadanos que quieran «recuperar la esperanza en la política» y en la «política útil». Comenzó con el desencuentro con Podemos sobre las condiciones de su entrada en esta futura candidatura, ha acabado sin dar ningún ministerio a Podemos y al final se ha producido una ruptura previsible. Sumar tiene más líneas propias de la socialdemocracia que de la política de Podemos. Pedro Sánchez, apuntó como futuro socio para repetir un Ejecutivo conjunto a Sumar y esto molestó mucho a Podemos. Aparte, de todos los momentos más tensos entre PSOE y Podemos con las profundas discrepancias por la reforma de la ley ‘del solo sí es sí’ y el arrinconamiento de Irene Montero. Se ha había tomado la decisión de que Podemos no estaría en el futuro gobierno, aunque hubiera sido impulsor de las medidas más valientes y ambiciosas en el Congreso. La decisión de Podemos de abandonar el grupo parlamentario de Sumar y de integrarse en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados es consecuente. Aunque, pueda ser un claro ejemplo de transfuguismo.
Para derrotar a la derecha, la unidad de las izquierdas es totalmente necesaria. Pero, hay demasiadas izquierdas: la socialdemócrata, la liberal, la revolucionaria, la radical, la comunista que les cuesta ponerse de acuerdo, ante el egocentrismo de sus líderes, la incomprensión de sus simpatizantes y un electorado que muchas veces prefiere la abstención a votar. La izquierda es incapaz de dialogar y buscar soluciones juntos, les gusta la confrontación personal, el narcisismo y el egocentrismo. Podemos no perdona a Yolanda Díaz y Sumar no ha sido capaz de aglutinar un proyecto de izquierdas. En definitiva, se acrecienta la desconfianza entre partidos y desaparece la confianza de la ciudadanía progresista. Al final, la desunión de la izquierda perjudica a amplias capas de la sociedad, pero sobre todo a las clases medias y trabajadoras, donde lo importante es recuperar la defensa de los valores como primer compromiso.