La frugalidad es la nueva austeridad.

De la crisis económica de 2008 a la crisis del coronavirus, se ha cambiado la palabra austeridad por frugalidad. La frugalidad es una teoría que  aconseja vivir sin gastar más de lo necesario, diferenciando entre gastos que aportan algo y aquellos de los que se puede prescindir, por ser menos necesarios o simplemente impulsivos. La frugalidad, es en definitiva, no gastar más de lo que se tiene, practicar un consumo responsable y ahorrar. Los autodenominados países frugales: Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca, son los que nos dicen a los países latinos que gastamos por encima de nuestras posibilidades, generando desconfianza y recelo por nuestros datos de déficit: por la deuda pública, por el desempleo, por la falta de reformas laborales, fiscales, económicas… En definitiva, no se fían de darnos 750.000 millones de euros para la reconstrucción de los estragos del Covid-19, sin recortes y condiciones. Europa no quiere regalar dinero, sino prestarlo y poner condiciones, no quieren ofrecernos subvenciones sino prestamos en cantidad menor y con mucha letra pequeña.

Hemos pasado de una crisis económica  con familias y empresas entrampadas hasta los ojos, con la solvencia quebrada de los bancos y con la austeridad como forma de  refundar el capitalismo.  A otra crisis, en la que esta vez no es culpa de los bancos americanos, que reutilizaron deudas de sus hipotecas basura y las vendieron por el mundo como si fueran activos seguros, sino de un virus. Pero, al final con un mismo culpable: un capitalismo especulador, que solo piensa en el beneficio de unos pocos, a costa de que los demás paguemos la crisis. Juan Calvino, considerado como uno de los autores y gestores de la Reforma Protestante, clamaba contra el derroche de la Iglesia Católica, los países calvinistas, son los que nos tachan de derrochadores a los países latinos y harán todo lo posible, para que paguemos la crisis.

La cumbre europea de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea (UE) han sido de momento, incapaces de alcanzar un acuerdo sobre el plan de recuperación económica que se celebra en Bruselas. A cambio de aprobar el Fondo, quieren compromisos de que habrá reformas muy sensibles políticamente en España e Italia. El primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, en su calidad de líder de la frugalidad, exigirá unas condiciones muy exigentes para aprobar el fondo europeo de recuperación. Seamos realistas, dejemos de pensar en dinero para España, sin pensar en la intervención del país: en rebaja de salarios públicos, en caída de las pensiones, en supresión de prestaciones por desempleo, en reformas fiscales, laborales y económicas. Dicen que el acuerdo es imprescindible y que el Fondo es indispensable para ayudar a los más necesitados, pero ahora que tanto se habla de nueva normalidad, la frugalidad es la nueva austeridad, una especie de nuevo rescate encubierto, que tendremos que pagar con más precarización, más recortes y más desigualdad.

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  1. Andrés Marco Lou

    Por fin, en la cumbre europea, se ha aceptado una forma de mutualización, donde usando como garantía el presupuesto de la UE, se emitirá deuda europea común a gran escala en los mercados para financiar la recuperación de la crisis económica del Covid-19. El nivel de subvenciones, finalmente se fija en 390.000 millones de euros, el resto de las ayudas son 360.000 millones que serán créditos baratos a devolver. En total, a España le corresponderán 140.000 millones, 72.700 en ayudas directas. En estas cifras macroeconómicas, uno se pierde y es incapaz de valorarlo.

    Para alcanzar el pacto ha sido necesario hacer concesiones a los países frugales, han conseguido recortar el volumen de ayudas, mantener sus descuentos en la contribución al presupuesto y paralizar las ayudas a los países que reciban las ayudas, como España e Italia, si incumplen las reformas exigidas, es decir, un derecho de veto sobre la política económica de nuestro país. Ahora, quedará la forma de cómo afectará los 750.000 millones al ejecutivo comunitario.

    Un éxito, según Pedro Sánchez, y supongo que un fracaso para la derecha. Recuerdo la ocasión cuando José María Aznar en 1992, acusó al entonces presidente Felipe González de «pedigüeño» en la Cumbre de Edimburgo, al reclamar fondos de cohesión para España. La derecha española siempre crítica y nada corporativista con el Gobierno de España, se olvidan que España es de todos los que vivimos en ella, de que con su falsa lealtad ayudan más a boicotear que a ayudar. Donde cuenta antes el partidismo que el supuesto patriotismo del que siempre hacen gala. No sé si será suficiente el fondo de reconstrucción, pero de momento es muy necesario…

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