La monarquía es una institución cuya esencia es simbolizar y por eso se le pide ejemplaridad, si deja de hacerlo el papel de la monarquía se convierte en intrascendente. Se pide que sean ejemplares tanto en su vida pública como privada, porque su cargo les obliga a dicho plus de responsabilidad. La misión de la monarquía es la de simbolizar unos valores, sometida a determinadas reglas de comportamiento, y cualquiera de sus miembros que cometa actos “no ejemplares” contribuye a que pierda valoración por parte de la ciudadanía y confirme mi opinión de la caducidad de la monarquía.
La credibilidad y prestigio de la Corona, se daña con casos desde el matrimonio del príncipe Felipe con Letizia Ortiz, una plebeya, periodista y divorciada. La separación en 2.007, de la infanta Elena de su esposo Jaime de Marichalar. El caso de Iñaki Urdangarin, marido de la infanta Cristina, por su conducta “no ejemplar” por sus negocios privados al amparo del Instituto Nóos, que presidió hasta mediados de 2006. La supuesta relación del rey con la princesa alemana Corinna, el accidente de Juan Carlos I, en su cacería de elefantes en Botsuana en 2.012, en plena crisis económica en España. Lo que obligó al rey a pedir disculpas ante las cámaras de televisión: “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a suceder”.
Este Domingo de Pascua, en la catedral de Palma de Mallorca, un gesto indiscreto haría indicar las tiranteces entre suegra y nuera, entre dos reinas, entre la reina emérita Sofía y la reina Letizia. Cuando tras la ceremonia, la reina emérita intentó hacerse una fotografía con sus nietas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, y la reina Letizia se mete en medio para impedírselo. Un vídeo poco ejemplar que se ha convertido en trending topic, que muestra las desavenencias entre una nuera y una suegra en público.
No es ejemplar que los españoles tengamos que ver las vergüenzas familiares ni los trapos sucios de la Casa Real, porque solo nos preocupa aparte de su ejemplaridad, su legitimación política y la transparencia económico-presupuestaria sobre la Casa del Rey. No sirve que la reina Letizia le abriera la puerta del coche a la reina Sofía en público, a las puertas del Hospital Sanitas, en que fue intervenido Juan Carlos I. Que una reina abra la puerta a otra reina, es una manera inusual y poco ejemplar de pedir perdón. Sea por influencia de alguien o por exigencias del guión, eso no es ejemplaridad. Además que no creo que interese a nadie, aparte de la simple anécdota.