La desobediencia como estrategia.

El hablar de desobediencia en democracia, como herramienta política a favor del derecho a decidir por parte de Catalunya sobre la relación que quiere mantener con el Estado español, puede ser una opción legítima, pero peligrosa: la de incumplir las leyes que no nos gustan. Creo que hay que intentar cambiar las leyes antes que desobedecerlas, aunque la desobediencia también es un derecho.

«Si hay que desobedecer leyes injustas, se desobedecen. Pero lo irrenunciable ahora, cuando la ciudadanía pide un cambio es que la última palabra la tengan los ciudadanos» ha afirmado Ada Colau, antigua portavoz de la PAH y actual líder de Barcelona en Comú, además posible alcaldesa de Barcelona, en una entrevista en el diario El País de ayer domingo, asegura sobre la posible impugnación de la consulta soberanista catalana. La desobediencia civil es luchar contra cualquier acto de injusticia o que prime el interés de unos pocos por encima de la salvaguardia de valores universales.

Desobedecer es hacer frente a leyes injustas, es una estrategia frente a la sumisión, una alternativa al silencio y al no hacer nada. Muchos de los avances de la humanidad, en lo referido a los derechos y libertades, han sido conquistados a través de reivindicaciones y desobediencias civiles. Las leyes no son siempre justas y siempre ha habido personas que han luchado en contra de las leyes establecidas. Las que no dejaban votar a las mujeres, las leyes de segregación racial, la discriminación de pueblos, la falta de cumplimientos de los Derechos Humanos. Con insumisión se luchó en España para la supresión del servicio militar obligatorio.

La desobediencia civil debe ser un acto político y pacífico, y no debe entenderse como un acto antisistema. Este es el caso de Mahatma Gandhi en la India, Nelson Mandela en Sudáfrica, Martin Luther King en Estados Unidos  Dijo Gandhi que, “cuando un hombre entiende que obedecer leyes injustas va contra su dignidad como ser humano, ninguna tiranía puede dominarle.” Y, Martin Luther King afirmaba que “quien quebranta una ley injusta está de hecho manifestando el más eminente respeto por el derecho”.  La ley debe tener como fin la protección de los ciudadanos y la garantía de los derechos humanos.

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