Justicia social: voluntad y empatía política.

justicia socialHoy es el Día Mundial de la Justicia Social, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2007. Justicia social, es eliminar las barreras que enfrentan las personas por motivos de género, edad, raza, etnia, religión, cultura o discapacidad. Con objetivos donde desarrollarnos de forma equitativa, erradicando la pobreza y promoviendo el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social para todos. Pero todo esto va más allá de celebraciones y de declaraciones, lo importante es que todo esto pueda ser garantizado para una mayor dignidad de las personas y de una sociedad que evite la pobreza, la desigualdad y promueva la paz.

Existen muchas formas de justicia y muchas cosas de las que decimos que son justas e injustas: las leyes, las instituciones, las actitudes y y disposiciones de la personas. Se trata de buscar lo más justo para todos. Cuando hablamos de justicia social, es hablar de condiciones de trabajo, de igualdad de género, de salarios dignos, de una existencia económica conforme a la dignidad humana. En definitiva, lograr un reparto equitativo de los bienes sociales, asegurando así la dignidad de todas las personas y la cohesión social. En definitiva, estamos ante el desafío de construir una sociedad en la cual existan niveles muy altos de responsabilidad, de solidaridad y de cohesión. La idea de una sociedad justa es una utopía que parece nadie quiere alcanzar.

La justicia social es un imperativo ético, político y jurídico del Estado, además de un deber moral de los ciudadanos. Son los Estados los que tienen la obligación de reconocer, respetar, proteger y realizar los derechos en pie de igualdad para todos los ciudadanos y ciudadanas. Hemos de creer en la solidaridad y en la responsabilidad hacia los otros, los marginados, los excluidos, los pobres. La riqueza tiene que servir para producir desarrollo, empleo y bienestar para todos. No es posible concebir una sociedad justa sin justicia social, donde la preeminencia del interés público tiene que estar sobre el interés privado. Vivimos en un mundo en el que aumentan peligrosamente las desigualdades y no sólo la cantidad de pobres, sino también la calidad de la pobreza. La injusticia social se manifiesta sobre todo en algunos grupos, ya sean estos mujeres, niños, jóvenes, ancianos o enfermos, que no se les garantiza una vida digna.

El exfutbolista y exentrenador Juan Carlos Unzué ha acudido al Congreso de los Diputados este martes para reclamar una ley que garantice una vida digna a las personas con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y ha lamentado que en la sala sólo hubiera cinco diputados durante su intervención. Exigir a los políticos “voluntad para tramitar esa ley” que permita recibir las ayudas cuando antes, pero también “empatía” para que se pongan en su lugar y entiendan sus “necesidades y reivindicaciones”. Una enfermedad que no tiene tratamiento; que no hay cura; que solamente queda esperar y paulatinamente dejar de andar, de comer, de deglutir, etcétera. dejando una esperanza de vida de entre 2 y 5 años a partir del diagnóstico. Una dependencia que supone una exigencia económica insoportable para la mayoría de familias, obligando a muchísimos enfermos a elegir entre arruinar a sus familias o morir a través de la eutanasia. Una manera más de exigir justicia social.

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