Jóvenes católicos.

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es un encuentro de jóvenes católicos de todo el mundo con el Papa, que se celebra cada tres años y este año ha sido en Lisboa. Quizás no sea fácil ser joven y católico en nuestros días, aunque quizás igual que puede ser joven y musulmán o de cualquier otra religión. Ser un joven católico supone ser una persona religiosa y practicante, que cree en Dios, que mantiene alguna ligazón con la Iglesia Católica, principalmente a través de la asistencia a la Eucaristía dominical y que además mantiene una aquiescencia con la postura oficial de la Iglesia Católica ante la sexualidad, el divorcio, la euta­nasia y el aborto. Y, que tienen a la familia como base de formación de valores, sentido a la vida y de transmitir el amor de Dios.

La existencia de centros concertados es una realidad según la Constitución española, y las Escuelas Católicas suponen el 15% del total del sistema educativo y el 57% de la privada concertada, lo cual se supone ayuda a que haya jóvenes católicos. Pero, la sociedad cada vez más, se seculariza: el número de católicos practicantes, los que van a misa y comulgan con la doctrina de la Iglesia, han disminuido. Menos curas y más conventos vacíos. Menos matrimonios religiosos, menos bautizos y comuniones. La Iglesia pierde cada vez más fieles, pero aún las raíces de la Iglesia Católica están presentes en muchas tradiciones religiosas, como por ejemplo en la Navidad y en la Semana Santa. Donde tampoco ayuda los continuos abusos, de curas pederastas, curas que salen del armario o desavenencias con el papel de la mujer en la Iglesia Católica. Aún así, el número de católicos es muy importante y su relevancia en el mundo. Donde el Papa se ha convertido en un Papa mediático para jóvenes y mayores católicos.

Es paradójico, que entre los más de medio millón de chicos y chicas católicos que se encuentran en Lisboa con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con el Papa Francisco, haya entre los asistentes un grupo de españoles que entonó el «Cara al sol» o «¡Que te vote Txapote!», es algo preocupante. Por el hecho y por su viralidad en las redes sociales. Porque la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) es de además un encuentro de jóvenes católicos de todo el mundo con el Papa, una peregrinación, una fiesta de la juventud abierta a todos, donde debería estar excluido el «Cara al sol», canción de los fascistas, brazo en alto, con el obligado saludo romano, cantada a voz en grito y coreada con ardor en fusilamientos, reuniones y celebraciones religiosas de los  fascistas que se levantaron en armas contra la democracia española, en 1936 y que lo mantuvieron durante la dictadura franquista durante casi cuarenta años. ¿ Se sienten más católicos por cantar un himno fascista? ¿Ayuda a la fraternidad entre todos los españoles? Ni tampoco corear, otro grupo de jóvenes, el «¡Que te vote Txapote!», emplead0 tanto por el Partido Popular como por Vox, para atacar al PSOE y en especial a Pedro Sánchez por sus acuerdos con EH Bildu en el Congreso de los Diputados. Yo sé que estos pequeños grupos, entre más de medio millón, no representa en absoluto a esa juventud. Pero ¿tienen algo de católicos estos jóvenes? O son simplemente tontos o fascistas…

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